Hay algo raro en las vacaciones y ya identifiqué mi ciclo.
Primero son justo unos días antes, estoy ansiosa e inquieta, no puedo esperar para que ya se acaben los compromisos y llegue mi descanso, me apresuro a dejar todo a paz y salvo, organizo una y otra vez las cosas, que no me falte nada, aviso a mis allegados, aseguro el viaje, me despido y parto.
Ahora viene la segunda parte, ya entré en periodo de vacaciones, aún así me llaman para decirme que olvidé algo, me preocupo y me inquieto más. No puedo creer que ya estoy aquí para descansar. La tercera es caer en cuenta que ahora la lista de cosas por hacer es supremamente larga y debo empezar inmediatamente para poder terminarla.
La cuarta es comenzar con toda la actitud y energía recargadas, visitar a todos mis familiares, a mis amigos, compañeros, hacer todo lo que me gusta y no puedo por falta de tiempo.
La quinta son los imprevistos, los problemas, los tropiezos, las dudas, y los obstáculos que se me presentan con los eventos que estoy terminando.
La sexta es cuando están terminando, cuando estas motivado para volver, pero te sientes mal porque no vas a tener todo esto hasta después de la otra mitad del año. O directamente sabes lo que te espera y no quieres volver.
Ya la última, la inevitable, la partida. Preparar todo a rapidez porque te confiaste o ir empacando poco a poco con pesadumbre porque ya todos se están haciendo a la idea de que te vas. Agradecer por todo y dar la espalda para seguir tu camino pero siempre estando cerca para cualquier cosa que necesiten.
