No se porque el primer impulso que tuve para escribir fueron preguntas, porque eso es lo que tengo, preguntas.
Soy un protagonista, soy un testigo y eso no quita que sea narrador. Que multifacética.
Recuerdo de vez en vez la primera vez que vi a gente que aún conozco, e irónicamente mi mente falla al rememorar la de los más significativos.
De mis padres lo entiendo, estaba demasiado pequeña como para desarrollar algo tan complejo como la memoria. Con el resto de mi familia igual.
Mi primera amiga recuerdo donde la conocí, como jugábamos pero no su nombre ni su rostro. Mi primera profesora, si no fuera por las fotos ni sabría que existió.
¿Ustedes podrían hacer el ejercicio y lograrlo?
Ya! ya lo recuerdo! La primera vez que conocí a dos de las personas que iban a compartir la mayor parte de su niñez y adolescencia conmigo. Me llevan 1 y 3 años, eran hermanos entre sí y yo acababa de llegar desde muy lejos.
Nos miramos mucho tiempo, yo porque era muy tímida en ese entonces y ellos porque no sabían como empezar. Nuestros padres nos empujaron los unos a los otros y ¡BUM! amistad eterna. El mismo colegio, el mismo punto para almorzar, el mismo camino a casa.
Esa es la simpleza de ser niños, tener una edad más o menos cercana, que compartan el gusto por los juegos y los dulces y ya está.
Mis padres se unieron a la educación conjunta. Ellos podían regañar a mis amigos así como los padres de mis amigos podían regañarme a mi si me equivocaba en algo.
Decía que todos los días eran iguales, pero nada más alejado de la realidad. Porque no me daba cuenta pero habían pequeños ajustes diarios que hacían un gran cambio al pasar de los años.
De ladrillo a ladrillo se construye una casa, de cada tramo de carretera una autopista y de cada lección un cambio de pensamiento.
