Capítulo 2: El Fénix y el Dragón

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Años después, en la mansión del príncipe, el rey Fénix estaba en una reunión con su hijo menor, quien cumplía 18 años. El futuro rey había crecido fuerte, saludable, con gran poder e inteligencia. Sin duda sería un gran rey.

—Hoy ya tienes 18 años, falta poco para que puedas ascender al trono. Tienes que ser el rey que estás destinado a ser —dijo el rey con tono de autoridad. El príncipe, arrodillado frente a él, hizo una reverencia.

—Sí, majestad —respondió el príncipe antes de levantarse y despedir al rey.

Ya en el Palacio, el general Yi pidió al rey discutir un tema muy importante y presentar una petición.

—General, ¿qué desea discutir? —preguntó el rey sorprendido por la preocupación en el rostro del general.

—Majestad —dijo el general, arrodillándose en señal de respeto—. Tengo un hijo menor que no tiene su marca, pero no es porque no sea leal. Es un joven talentoso, pero aún no ha encontrado un propósito por el cual luchar, lo que seguramente le impide liberar su poder. Necesito pedirle que le permita estar en la mansión del príncipe. Estoy seguro de que, estando allí, bajo la supervisión de su hermano, obtendrá su marca.

—Sabes que no permito que ningún dragón sin marca esté cerca del príncipe —respondió el rey seriamente—. Pero confío en tu hijo mayor, ha hecho un gran trabajo cuidando al príncipe. Si tu hijo menor acepta las reglas, le permitiré quedarse.

—Sí, majestad —dijo el general, aliviado, antes de levantarse y salir del Palacio.

Fuera del Palacio, el general llamó a su subordinado para que reuniera a unos hombres y fueran a buscar a su hijo menor.

En el mundo humano, el joven Nian Chen Yi estaba en un burdel jugando juegos de azar y bebiendo. El hijo menor del general había crecido, ahora tenía 25 años, era alto, de piel blanca, ojos marrones seductores y cabello castaño. Su carácter siempre había sido caótico. A pesar de ser simpático, era irresponsable y evitaba las responsabilidades, frecuentando estos lugares para hacer apuestas en el weiqi (Go). Con su vista de dragón, podía predecir los movimientos de su oponente, un secreto que los dragones guardaban para adelantarse a sus enemigos y ser los mejores guerreros. Para él, era fácil ganar a los humanos en este juego, pero no podían darse cuenta, o tendría problemas.

En su última jugada, ganando mucho oro, los jefes del burdel, sospechando trampa, lo acorralaron en un callejón. Chen podía deshacerse de ellos fácilmente, pero usar su poder para algo que no fuera proteger a un Fénix podía traer problemas. Antes de recibir otro golpe, estaba dispuesto a pelear, cuando llegaron los hombres de su padre. Su subordinado, comprendiendo la situación, negoció con los humanos, devolviéndoles el oro y pagando intereses para que no molestaran más, y luego llevaron a Chen a la mansión del general.

—Me desobedeces, te pones en peligro, casi luchas frente a los humanos. ¿Qué más quieres? ¿Quieres que nos traten de traicioneros y nos condenen? —dijo el general furioso a su hijo menor, que estaba arrodillado frente a él.

—No quiero nada de eso, fue un descuido...

—Un descuido que te puede costar la vida. Siempre fuiste así de rebelde —suspiró el general, frustrado.

—Perdón por no ser el hijo perfecto como mi hermano mayor —respondió Chen, molesto.

—Uff... —suspiró el general, agarrándose la frente—. ¿Por qué intentas compararte con él? Tu comportamiento será tu ruina. Necesitas responsabilidad. Mañana al amanecer te llevaré a la mansión del príncipe, sin discusión.

—Pero...

—Pero nada. Irás allí, serás el guardia del príncipe. Tu hermano te supervisará. No me decepciones, o toda la familia estará en problemas. ¿Quieres eso?

El Príncipe Fénix y el Dragón GuerreroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora