Capítulo 3: Quiero acercarme

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Al amanecer, el llamado desde la puerta interrumpió el sueño del joven Chen, quien abrió sus ojos quejándose de lo temprano que lo despertaban.

—Levántate para hacerte un recorrido por el lugar y mostrarte tus funciones —le dijo su hermano mayor, Quiang.

—¿En serio, Quiang, tan temprano? —protestó Chen, todavía medio dormido mientras se levantaba de la cama.

—Aquí todo empieza temprano, acostúmbrate —le respondió Quiang antes de tirarle la ropa para que se vistiera—. Te espero en el campo de entrenamiento.

En el campo de entrenamiento, todos los guerreros estaban reunidos cuando Chen llegó.

—Buen día, guerreros. Les presento al joven Chen. Será otro de los guardias del príncipe, así que también entrenará con nosotros.

—Sí, señor —respondieron todos al unísono.

—Joven Chen, ellos son todos los guerreros que tenemos aquí. Él es Jun, lidera junto a mí, así que las dudas que tengas puedes decírmelas a mí o a él —dijo Quiang, señalando al segundo al mando.

—Hola Jun, hola a todos, un placer conocerlos. Por cierto, soy hermano menor de su amado líder —se dirigió Chen a todos con una sonrisa en su rostro, sabiendo que lo que acababa de hacer no sería del agrado de su hermano.

—Bienvenido —dijo Jun, un poco nervioso. Los dos hermanos no se parecían en nada.

—Seguimos con el recorrido —se dirigió Quiang con una mirada seria a su hermano menor.

—Sí, señor, lo sigo —respondió Chen irónicamente.

Cuando estaban lejos del lugar de entrenamiento, Quiang se quedó mirando a su hermano seriamente.

—¿Qué piensas que haces?

—¿Ahora qué hice? Solo me presenté. ¿Acaso no soy tu hermano?

—Aquí soy tu líder. Sé serio y responsable por una vez en la vida.

—La regla dice que no haga amistad con el príncipe. No dice nada de los que viven acá.

—Ufff... olvídalo —dijo Quiang después de suspirar, sin saber cómo tratar la rebeldía de su hermano menor—. Sigamos...

Quiang le mostró todo el lugar a Chen, explicándole todas las reglas. También le explicó que se turnarían para vigilar alrededor de la mansión del príncipe durante la noche y que durante el día podían entrenar o vigilarlo sin molestar a su majestad. Cuando terminaron el recorrido, terminaron en la cocina para presentar al resto del personal que vivía allí.

—Bueno, esta es la cocina. Acá está la señorita Lan, que ya conoces, y él es el cocinero, un viejo conocido —dijo Quiang, señalando a las personas delante.

—Hola Lan, hola Hao, qué gusto verte aquí —dijo Chen al cocinero, emocionado al ver a un viejo amigo de la infancia.

—Hola Chen, tanto tiempo —respondió Hao mientras seguía preparando el desayuno para el príncipe.

—Quédate aquí que tengo que organizar algo con los otros guardias. Ya vuelvo —dijo Quiang a su hermano menor—. Por favor, compórtate.

—Sí, señor —dijo Chen, mirando la espalda de su hermano alejarse hasta perderse de vista. Luego se volvió hacia Hao y Lan, quienes seguían con sus deberes—. ¿Siempre es así de gruñón?

Hao y Lan no pudieron contener la risa. No podían creer las amplias diferencias entre los hermanos.

—Dirigir este lugar con tantas responsabilidades es bastante duro, así que es normal que quiera todo en orden —dijo Lan.

El Príncipe Fénix y el Dragón GuerreroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora