Capítulo 7: Sentimiento de Amor

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En los últimos días, el joven Príncipe comenzó a dejarse llevar por el joven guerrero. Aunque seguía teniendo pesadillas, ya no eran constantes. Recuperó el apetito y comenzó a relajarse más. Continuó enseñando lectura y escritura a Chen, mientras este le mostraba técnicas de defensa, como la de hacer dormir a alguien con dos simples golpes en el pecho. Al principio le costó, pero el joven guerrero quedó sorprendido de lo rápido que el Príncipe aprendía. Todo esto hizo que el corazón del joven Príncipe sintiera nuevas emociones que aún no comprendía, pero tener a Chen cerca lo hacía feliz.

—¿Qué haremos hoy, mi pequeño Wu Yu? —dijo Chen amistosamente, mirando tiernamente al Príncipe, que estaba sentado en su estudio.

—¿Pequeño? —preguntó el joven Príncipe, sonrojado y sonriendo.

—Ya te dije que a mi lado puedes ser un niño.

—Todavía no me acostumbro —dijo, negando con una sonrisa en su rostro—. Ya sé qué podemos hacer hoy. Te mostraré un lugar.

—¿Un lugar? —preguntó Chen, dudando.

—Sí, te llevaré a mi lugar secreto. Sígueme —le dijo el joven Príncipe, agarrando la mano de Chen para que lo siguiera.

Chen estaba intrigado, dejándose llevar y siguiendo al Príncipe. "¿Qué lugar secreto será ese?", pensó. El Príncipe lo llevó detrás de su habitación, corrió un cuadro grande que cubría casi toda la pared, revelando una puerta que daba a un pasillo en las rocas. Chen lo siguió en silencio, mirando todo con curiosidad y ansias. Al llegar al final, encontraron una gran habitación secreta. Chen abrió los ojos con sorpresa al ver el lugar. En un sector había una biblioteca llena de libros, y en otro, un laboratorio que evidenciaba ser el lugar donde el Príncipe realizaba sus experimentos.

—Este es mi lugar. Aquí vengo normalmente las noches que no podía dormir —dijo el Príncipe, invitando a Chen a pasar.

—¡Oh! Qué lugar tan grande —dijo Chen, recorriendo el lugar—. ¿Por qué es secreto? Aquí hay más libros que en tu estudio.

—Hubo un tiempo en que tuve un tutor que venía a darme lecciones. El rey le ordenó enseñarme solo los temas importantes del reino. Si quería pensar por mí mismo, me regañaban —comenzó a contar el Príncipe, sentándose en el suelo frente a una mesa chiquita que estaba en el medio del lugar—. La última vez que vino mi tutor, me dijo que aprovechó sus visitas para hacerme este lugar. Me trajo todos los libros de su biblioteca personal y, como vio que era un chico curioso, me construyó este laboratorio. Estos libros son muchos de historietas y cuentos que me permitieron entender un poco el mundo exterior. También encontré libros de investigaciones; por eso mi obsesión con los experimentos.

—¡Vaya! El pequeño Príncipe tiene su lado rebelde —dijo Chen burlonamente mientras seguía recorriendo—. Qué manera extraña de buscar diversión, pero si eres feliz así, no te culpo.

—¿Y tú qué hacías para divertirte?

—Iba a burdeles a pasar el rato.

—¿Burdel? —preguntó el Príncipe, molesto, apoyando ambas manos sobre la mesa—. ¿No son los lugares a los que los hombres van a buscar placer?

—¡Vaya! El Príncipe conoce de eso. Seguramente lo leíste en algún libro —dijo Chen, sorprendido—. Pero antes de que pienses demasiado, no es solo para eso. Es un buen lugar para jugar juegos de azar y hacer apuestas.

—¿Mientras te diviertes con mujeres? —acotó el joven Príncipe, ordenando unos papeles con ira.

—No, niño, yo nunca fui para eso. Solo iba a jugar y ganar dinero para mi lugar secreto, que también tengo. Algún día espero llevarte.

El Príncipe Fénix y el Dragón GuerreroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora