Parte 5, Luna llena: permitirse estar triste en el proceso

18 2 2
                                    

Han pasado meses, meses de tu partida, meses de mi vida, meses desde la última vez que le hablé a la luna de lo que mi alma escondía.

en estos meses te he pensado, dicen que tardas 19 días y 500 noches en olvidar a una persona, por eso en las noches de estos meses tu ausencia se pintaba en el cielo como una noche sin estrellas en las que la oscuridad parece plomo y cuanto más la miro más lloro.

pero pasaba el tiempo y con él mis recuerdos, iba olvidando, iba cambiando y sin quererlo iba sanando, intenté escribir pero mi corazón estaba descansando supongo que después de tanto sufrimiento no lo quería seguir machacando así que la poesía simplemente pasó a un segundo plano.

así lo justifique, la ausencia de mis palabras y la ausencia de mi ser, así lo justifiqué, tendría que dejar de escribir para olvidarte pues.

no obstante en estos meses lo pensé y no fue hasta ayer cuando volví a mirar por mi ventana y me di cuenta del error que acababa de cometer

cuando me sentía mal, cuando la carga que sostenían mis pies era demasiada para mí ser escribía, rimaba y así las horas pasaban , tranquilizando mi alma, pero pensaba que luego cuando leyera esas poesías lo reviviría, te reviviría y de algún modo pensaba que alejarme de esos versos me salvaría

pero hoy miré por la ventana sorprendida y mi corazón de un momento a otro más rápido latía cuando me quise dar cuenta la brisa de la noche en mis piernas sentía y al lado mía un papel y un boli me volvían a pedir que plasmara lo que con la voz no podía  

al principio tenía miedo, miedo irracional a volverlo a pasar mal por las palabras que escribiría, cuando en realidad lo que hacía era sacar todo el dolor que en el corazón tenía y es que llorar, aunque sean lágrimas amargas no es sinónimo de tristeza y aunque en algún momento lo fuera castigarme sin poder sentir era lo peor que podría elegir.

Por eso lloré, sentí la tristeza recorriendo todo mi ser, pero no paré, lloré por todos estos meses en los que no me lo había permitido, para poder "sanar" y encontrar de nuevo la "felicidad", pero mientras lloraba desconsolada, mientras que las lágrimas bañaban las páginas me di cuenta de que era feliz, era feliz escribiendo y dejándome sentir porque la tristeza no es mala, es una emoción más que también es necesaria para vivir

y mientras escribía y lloraba la curva de mis labios empezó a yacer y una sonrisa sincera acompañó a mis versos a volver a ser, y con toda la felicidad del mundo y sentimientos a flor de piel mi alma se vació y flores en ella empezaron a crecer.

levanté la cabeza cuando sentí que mi linterna empezaba a brillar con más fuerza y ahí la vi, la luna, más brillante que nunca y entendí que para llegar ahí se había permitido no estar completa, no estar tan reluciente, no estar feliz

y así fue como entendí que no me iba a rendir solo porque las piedras en el camino no me dejaran seguir, porque siempre había un sendero al que podía recurrir, también habían piedras pero aprendí a quitarlas y a sin miedo seguir.

El camino fue largo por eso descansaba para volver con más fuerzas y cuando llegué al final me sentí plena, completa y en paz, como la luna esta noche que después de tanto tiempo llena otra vez volvía a estar.

               FIN.

relatos a la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora