Capítulo 8

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—¿Que haces aquí? -Felix pregunta casi sin aliento una vez abre levemente la puerta de la cafetería.-

Una ráfaga de aire frío le golpea a pesar de estar en la época más calurosa del año, y sin embargo, la piel del pecoso ya se encuentra completamente erizada.

Y sabe perfectamente que aquella es quizás la pregunta más estúpida que puede hacer en aquel momento, bajo las circunstancias. Sin embargo, no puede evitarlo.

Hyunjin lo mira, intentado sonreír levemente, pero no lo consigue del todo, como si el movimiento le doliera.

—¿Está cerrado?

Felix frunce el ceño ante la pregunta, no siendo exactamente la respuesta que esperaba. Se muerde el labio, su cabeza repleta de cientos de preguntas que quiere hacerle.

Pero no lo hace, simplemente se traga todas las preguntas que amenazaban con salir de sus labios y asiente levemente, la confusión todavía clara en su rostro.

—Sí.

Hyunjin entonces asiente también, apretando los labios en una apenas sonrisa.

—Entonces no hay ninguna manera de que pueda tener un café ¿Verdad?

Y a Felix le gustaría ser indiferente, que no le importara en lo absoluto nada que tuviera que ver con el pelirrojo. Le gustaría no tener aquel fuego en su interior que se encendía cada vez que este se encontraba a su alrededor. Cada vez que Hyunjin aparecía, solo quería descubrir y descubrir...

Desenterrar cada pequeño secreto que ocultaba. Porque Felix estaba completamente seguro de que había algo extraño en él, algo que le hacía querer acercarse al fuego. Incluso si sabía que podía quemarse.

—Pasa.

Con esa simple palabra Hyunjin sonríe ampliamente y un brillo aparece en sus ojos mientras pasa dentro de la cafetería. Felix cierra la puerta detrás de él, para seguidamente moverse hasta una de las mesas más cercanas a la barra y bajar una de las sillas de madera.

—Puedes sentarte. -Dice, señalando la silla que acaba de colocar en el suelo.-

Este no duda en hacerle caso, dejando su cuerpo caer sobre la silla, abriendo sus piernas levemente mientras echa su cabeza para atrás, mirando al techo.

Y el pecoso lo odia con pasión, porque incluso entonces, con su rostro algo hinchado, con su labio partido y sus nudillos repletos de sangre y heridas, sigue siendo igual de bonito.

Felix aprovecha entonces, apoyado contra la barra, para mirarlo. Ahora que Hyunjin se encontraba distraído. Y esque era casi hipnotizante, lo bonito que era, tanto que incluso si el pecoso quería apartar la mirada, no podía.

Hyunjin era un accidente, la escena de un crimen, la vista más escandalosa del mundo. Aunque quisieras mirar para otro lado y fingir que no habías visto nada, no podías.

Pero cuando el chico baja la cabeza de nuevo, su mirada se encuentra con la del pecoso, quien rápidamente aparta la mirada, casi avergonzado. Había sido pillado en el acto, admirando cada detalle de él.

Y cuando vuelve a mirar al pelirrojo, este se encuentra sonriendo.

—Siento molestar. -Dice el pelirrojo, ignorando lo que acababa de pasar.-

Y Felix casi quiere darle las gracias por ello.

—No es nada nuevo. -Bromea, caminando hasta la parte de detrás de la barra.-

En un intento de distraerse, comienza a preparar un café.

Siente la fría mirada de Hyunjin sobre él mientras prepara un americano frío, pero intenta no pensar demasiado en ello, porque entonces quizás le de el peor café que haya hecho nunca. Y aunque quizás no sea la peor idea teniendo en cuenta de que estamos hablando de Hyunjin, Felix considera que el chico ya parece haber tenido una noche un tanto dura.

La pesadilla del diablo - HyunlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora