¿Te imaginas un Mundo Digital donde la paz y armonía son el pan de cada día? ¿Te imaginas un universo donde la música es la encargada de brindar armonía a todos los Digimon que habitan este mundo? Muy utópico. ¿Verdad?
¡Así es como se vive en Armoní...
Con mucho cansancio, tanto físico como mental, Dylaalmon y Leody por fin estaban en la casa del director. Cuando salieron hacia Academia Rapsodia, Dylaalmon le solicitó a Angoramon que le ayudara a decorar la entrada de su casa con un cartel para darle una bienvenida más formal y en condiciones a Leody.
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Digimon de Nivel Infantil y Atributo Vacuna
Angoramon es un fiel amante de la ópera y la lectura, además de ser muy talentoso en cuanto a decoraciones. Es algo perfeccionista, pero es alguien de buen corazón. Debido a su habilidad decorativa, Dylaalmon suele pedirle ayuda a Angoramon en todo lo relacionado a escenografía.
–Sé que nuestro encuentro fue muy repentino y ni siquiera hemos tenido el tiempo de darte una bienvenida más formal y en condiciones. Pero suele decirse que más vale tarde que nunca, así que bueno... ¡Bienvenido a casa, pequeño!– Exclamó Dylaalmon mientras una música empezaba a sonar al abrir la puerta.
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Leody se quedó impactado y sin palabras. No pudo evitar sorprenderse y quedar en shock. Su rostro tenía una enorme sonrisa que dejó más visible sus colmillos cuando vió ese cartel que le daba la bienvenida junto a un un montón de golosinas y comidas dulces¹
–Yo... ¡Ay! No sé ni que decir. ¿Cómo sabía que me encantan los dulces? No era necesario que hiciera esto solo por mí.– Decía Leody procesando lo que estaba ante sus ojos, lleno de alegría y emoción.
–¡No hay de qué, leoncito! Es un verdadero placer y es lo mínimo que podía hacer. Me alegra que te gusten los dulces, tenía una corazonada de que te gustaban mucho.– Dijo el director con una sonrisa en su rostro.
–Estoy sin palabras, maestro. No hay palabras que describan el agradecimiento que siento ahora mismo.– Dijo Leody con unas pequeñas lágrimas en sus ojos.
–No hace falta que digas nada, la mirada en tu rostro me dice todo, pequeñín. Vamos, descansemos por hoy y mañana desayunaremos juntos algunos dulces. Prepararé yo mismo una cama para ti, leoncito.– Exclamó el director con otra dulce sonrisa hacia Leody.
