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ANOCHECER

"Es una gran responsabilidad amar a otra persona".

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Toph sonrió, buscando en su armario lentamente. Sus manos palparón cada  percha, agarrando las telas con cuidado. "Vestido, vestido. ¿Dónde está?" Lo encontró escondido en la parte trasera detrás de algunos de sus pesados suéteres. "Te atrapé."

Su música sonaba suavemente detrás de ella, con el volumen bajo.

El vestido de tirantes era sencillo, uno que Katara le había comprado hacía un mes. Ella había afirmado que era un color verde liso sin adornos. Toph se mordió el labio mientras lo dejaba sobre la cama, pasando la mano por la falda. "Alguien está emocionada".

"Cállate", le lanzó por encima del hombro a Suki. "Me enfrenté a tu basura de chicas cuando empezaste a salir con el chico boomerang ".

Toph pudo escuchar el crujido mientras  se levantaba de la silla. "Lo que sea. Creo  que es bueno que conozcas a alguien". Hubo una pausa cuando Suki se acercó a ella. "¿Alguna vez me vas a decir su nombre?"

"No. De todos modos", se sentó en la cama junto al vestido con cuidado. "Quería preguntarte si me harías un favor. Lo haría yo mismo, pero no creo que sea buena idea si lo "hago sola".

Suki puso los ojos en blanco. "¿Qué pasá?"

"Corta mi cabello."

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Fue un proceso lento, Suki le cortó el pelo largo y grueso.

Había esperado que le doliera, en cierto modo. Como decir adiós a una parte de sí misma.

No le importo mucho.

🖇️

Las doncellas le sujetaban el pelo con un pasador de perlas ornamentales. "Siempre has tenido un cabello tan hermoso, Toph". La mayor suspiró detrás de ella, pasándose la mano por encima. "Tan lindo para trenzar".
 
"¿Está lista?" Su madre exigió desde la puerta. "Kuei no es un hombre paciente. No la ha visto desde que era más pequeña".
 
Su voz sonaba débil, como si estuviera tratando de ocultar la realidad a las criadas.
 
Aunque Toph lo sabía.
 
Ella se estremeció ante el recuerdo de sus manos.
 
"Ya casi. Solo necesita el toque final. El perfume de jazmín siempre causa una buena impresión".
La sirvienta más joven se secó el cuello con un paño antes de tocar sus muñecas de manera similar.
"Creo que hemos terminado con ella".
 
Su olor le hizo querer vomitar.
 
"Bien. Se ve tan bien como siempre, supongo." Su madre la agarró de la muñeca con fuerza. "Date prisa. Tu "padre te está esperando. Kuei te está esperando". Su agarre estaba aplastando su muñeca, haciendo que Toph se mordiera el labio. "Deberías sentirte honrado de que él desee brindarte su afecto, ya sabes. Tan dañada como estás nadie nunca te amaría. Es un buen hombre. Tienes mucha suerte".
 
El pasillo se sentía como si se extendiera para siempre mientras caminaban, su madre sostenía su brazo como a una máquina de torno.

Finalmente, las puertas se abrieron y entraron en la sala de estar. Las velas ya estaban encendidas; podía oler los aromas perfumados que flotaban en el aire densamente. Las criadas habían estado susurrando antes que su padre había cambiado las tradicionales velas blancas de la habitación por rojas.
 
El rojo era un color que significaba pasión, le había dicho su madre una vez.
 
Olía a canela, notó mientras se arrodillaba. "Maestro Kuei". Toph lo saludó.