𝟎𝟓

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LOS MESES PASABAN rápidamente, y sin darse cuenta, las vacaciones de verano estaban a la vuelta de la esquina. La emoción palpable llenaba los pasillos de Hogwarts, con estudiantes apresurándose a terminar sus últimos deberes y empacar sus pertenencias antes de regresar a casa. Todos tenían planes grandiosos para las vacaciones, y eso incluía a Lía, aunque no estaba segura de lo que realmente le esperaba en las semanas venideras.

Las clases habían sido relativamente tranquilas este año, pero lo que realmente había marcado una diferencia en su grupo de amigos fue la nueva relación de su amiga Salie con Sirius Black. Lo que comenzó como miradas furtivas y charlas en la Sala Común se había convertido en un romance consolidado. Ahora, era casi imposible ver a Salie sin Sirius pegado a su lado. Aunque Lía estaba feliz por su amiga, no podía evitar sentirse un poco incómoda. Cada vez que los veía juntos, la dinámica entre todos había cambiado. Era extraño ver a dos de sus amigos tan cercanos, casi como si el resto del mundo dejara de existir cuando estaban juntos.

No es que Lía no estuviera contenta por ellos, pero era un recordatorio de que las cosas estaban cambiando, y quizás no de la forma que a ella le gustaría. Ahora pasaba mucho menos tiempo con Sirius, lo que al principio no le importó, pero a medida que los días pasaban, ese hueco lo fue llenando Jess Avery. Jess había comenzado a integrarse con los Merodeadores poco a poco, ganándose la simpatía de todos, incluso la de James, lo cual era un logro en sí mismo. Jess era agradable, inteligente y tenía una fascinación por los libros que Lía compartía, algo que le permitía conectar con él de una manera única, diferente a como lo hacía con los demás.

Con el tiempo, Lía y Jess se habían vuelto inseparables, aunque ella siempre se apresuraba a aclarar que todo era puramente amistoso. Lo que más disfrutaba de su compañía eran las largas caminatas alrededor de los terrenos de Hogwarts. Caminar siempre había sido una de sus formas favoritas de aclarar su mente, y Jess parecía compartir ese gusto, o al menos la seguía sin quejarse demasiado. Incluso cuando Lía hacía alguna de sus frecuentes visitas al baño -gracias a una vejiga poco cooperativa-, Jess siempre la esperaba pacientemente fuera, lo que ella encontraba tan encantador como hilarante.

La tarde antes de partir, todos los Merodeadores estaban reunidos en la Sala Común de Gryffindor. James, como siempre, ocupaba todo el espacio en el sofá, tumbado con una expresión de aburrimiento fingido.

-Oye, pelirroja, ¿estás segura de que no quieres venir a mi casa estas vacaciones? -preguntó James con una cara de puchero exagerada-. Aún te puedes arrepentir.

Lía sonrió, aunque ya estaba acostumbrada a las súplicas dramáticas de su amigo.

-Lo siento, Jaime. Quiero pasar tiempo con mis padres, pero tranquilo, no te vas a librar de mí tan fácilmente. Vas a recibir tantas cartas mías que te hartarás.

-Mis padres querían conocerte formalmente, ya sabes -insistió James, cruzando los brazos-. Un simple apretón de manos no es suficiente.

-Lo sé, lo sé -Lía se levantó del sillón y alzó su meñique hacia él-, pero prometo que habrá tiempo para eso. Te lo juro.

James, con una sonrisa pícara, entrelazó su meñique con el de ella.

-Promesa de leones -dijeron al unísono, lo que hizo que el resto del grupo se echara a reír.

La charla pronto se desvió a lo que cada uno planeaba hacer durante las vacaciones. Peter, siempre con algo de comida en la mano, preguntó qué harían en esos días libres.

Lía, aunque no tenía todos los detalles, sabía que sus padres habían estado planeando un viaje a París. La simple idea de la Ciudad de la Luz le emocionaba; siempre había soñado con caminar por sus calles adoquinadas, visitar el Louvre y perderse en el encanto romántico de la ciudad. Sin embargo, aunque sus vacaciones pintaban bien, había algo en su interior que no la dejaba disfrutar del todo esa expectativa. Un vacío inexplicable la atormentaba, como si algo dentro de ella se estuviera desmoronando poco a poco sin razón aparente.

De repente, recordó que se había comprometido a encontrarse con Jess junto al lago. Miró el reloj y se levantó apresuradamente.

-Nos vemos en los carruajes -anunció, caminando hacia la puerta-. Tengo que irme.

-¿A dónde vas con tanta prisa, Caniris? -preguntó Sirius, frunciendo el ceño mientras mantenía a Salie cerca.

Lía se dio la vuelta y sonrió levemente. El resto del grupo seguía conversando, ignorando la pregunta de Sirius.

-Es obvio que va con Jess, ¿verdad, Lía? -añadió Salie con una sonrisa burlona.

Lía asintió antes de salir. A lo lejos escucho unos quejidos por parte de Sirius los cuales no pudo distinguir.

Cuando llegó al lago, en lugar de encontrarse con Jess, quien la esperaba era Narcissa Black y Amaryllis Davis próximamente Parkinson, ya que se había comprometido con Percival Parkinson. La presencia de aquella Black siempre la ponía en alerta, talvez por el hecho de que nunca andaba sola y sería más difícil poder defenderse si son dos contra uno.

-Vaya, vaya, Dahlia Evans... ¿esperando a tu galán? -se burló Amaryllis mientras jugaba con su varita.

Lía intentó ignorarla, pero la tensión era palpable.

-No es asunto tuyo, Davis -respondió fríamente.

- Es Parkinson, maldita insolente -Indignada la apunto Amaryllis.

-¿Tan brava nos salió la leona? -Narcissa dio un paso hacia ella, acercando la varita a su rostro-. Tal vez Jess se ha olvidado de ti... después de todo, no eres tan importante como crees, princesita.

Lía se mantuvo firme, aunque sentía cómo su corazón se aceleraba. Dio un paso atrás, sacando su varita y apuntándola con determinación.

-No tengo tiempo para tus juegos, Narcissa -dijo, dispuesta a irse.

Sin embargo, antes de que pudiera moverse, La ahora Parkinson la agarró del cabello con fuerza, tirando de él y acercando su rostro aún más.

-No te atrevas a hablarme así -gritó Narcissa, sus ojos llenos de furia.

Lía, luchando por soltarse, logró apartarse con un movimiento brusco, apuntándole de nuevo con la varita.

-Me largo -dijo con voz temblorosa, pero decidida, y se dio la vuelta, alejándose a paso firme.

Mientras se marchaba, Amaryllis gritó detrás de ella, llamándola "sangre sucia", pero Lía no se molestó en responder. Sabía que enfrentarse a alguien como Amaryllis Parkinson y Narcissa Black no era una buena idea, sobre todo ahora que los rumores sobre un mago tenebroso que reunía seguidores comenzaban a ganar fuerza.

Al regresar a la sala común, Lía estaba cansada y agitada, pero ver a su hermana Lily bajando las escaleras le devolvió una sonrisa. Aunque algo en su interior seguía sintiéndose vacío, el simple hecho de volver a casa y pasar tiempo con su familia le daba un poco de consuelo. París, los libros y las noches de cine con su padre serían justo lo que necesitaba para dejar atrás los problemas de Hogwarts... al menos por un tiempo.

-Vamos a casa -murmuró para sí misma, mientras ambas hermanas salían hacia los carruajes.

𝘉𝘭𝘢𝘤𝘬 𝘚𝘱𝘢𝘤𝘦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora