𝟎𝟕

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EN LOS DIAS SIGUIENTES, Dahlia intentó alejarse de la tormenta emocional que la acosaba, enfocándose en pasar el tiempo con Jess, su mejor amigo en Slytherin. Con él, las cosas eran simples. Las bromas mordaces y la conversación ligera sobre las clases y los compañeros de casa le ayudaban a olvidarse de la complicada situación con Sirius y Salie, aunque fuera por momentos. Jess siempre había sido su refugio, alguien en quien confiaba sin reservas, y por eso había encontrado en su compañía un alivio de las tensiones emocionales que cargaba.

Pero a medida que los días pasaban, las sombras se cernían cada vez más sobre el castillo. Los rumores sobre los Mortífagos y su creciente presencia en el mundo mágico se hacían más fuertes. Aunque en Hogwarts la vida seguía su curso, el ambiente se sentía más pesado. Era como si las paredes mismas supieran que un peligro se acercaba.

Un día, después de clases, mientras Dahlia y Jess discutían animadamente sobre una jugada reciente de Quidditch, se toparon en los pasillos con Narcisa Black y su inseparable amiga, Amaryllis Parkinson. El último encuentro entre Dahlia y Narcisa aún estaba fresco en su memoria. Había ocurrido semanas atrás, cuando Narcisa, en su altiva arrogancia, la había llamado "sangre sucia" delante de todos. Pero Dahlia, lejos de achicarse, le había respondido, sin miedo, aun cuando Narcisa estaba acompañada y ella estaba sola. Esa confrontación había dejado huella.

Narcisa la observó con desprecio, sus ojos azules llenos de veneno.

—Vaya, si es la pequeña Evans —dijo Narcisa, su voz cargada de sarcasmo y malicia—. ¿Has estado escondiéndote de nuevo, o te atreverás a enfrentarme esta vez?

Amaryllis soltó una risita burlona, pero Dahlia no mostró debilidad. Si algo había aprendido en su tiempo en Hogwarts era que mostrar miedo solo alimentaba la crueldad de personas como Narcisa.

—No me escondo de nadie —respondió Dahlia, alzando el mentón con determinación. Jess a su lado la miró, en silencio, pero alerta.

Narcisa se adelantó un paso, su varita en la mano, sus labios curvados en una sonrisa peligrosa.

—La última vez fuiste insolente, Evans. Y eso tiene un precio.

—No te tengo miedo, Black —replicó Dahlia, su propia varita ya en la mano.

Por un segundo, el pasillo pareció llenarse de tensión palpable, y fue entonces cuando Amaryllis también sacó su varita, dispuesta a apoyar a su amiga. Pero Jess se adelantó, poniéndose frente a Dahlia.

—Retrocede, Narcisa —dijo Jess con calma, pero su mirada era afilada—. No estás sola, pero tampoco Dahlia.

Narcisa frunció el ceño, su orgullo claramente herido. Estaba claro que esperaba intimidar a Dahlia sin intervención, pero Jess había arruinado sus planes. Con un movimiento brusco, Narcisa guardó su varita, pero su mirada dejó claro que esto no había terminado.

—Nos veremos pronto, Evans —susurró Narcisa antes de girarse para marcharse, con  siguiéndola de cerca.

Dahlia exhaló, relajando la tensión en sus hombros, pero sabiendo que la amenaza de Narcisa no era vacía. Las cosas en Hogwarts estaban cambiando, y los estudiantes como Narcisa, con sus conexiones familiares al creciente poder de los Mortífagos, empezaban a volverse más peligrosos.

—Sabes que no se va a rendir, ¿verdad? —comentó Jess, mirando a lo lejos donde Narcisa había desaparecido.

—Lo sé —respondió Dahlia, apretando la varita en su mano—. Pero no pienso dejar que me asuste.

A medida que el año escolar llegaba a su fin, las tensiones dentro de Hogwarts crecían. Dahlia intentaba centrarse en sus estudios y en su amistad con Jess, pero no podía evitar sentir que todo estaba a punto de cambiar. Los Mortífagos se hacían cada vez más notorios fuera de las paredes del castillo, y sabía que lo que estaba ocurriendo en el mundo exterior pronto los alcanzaría a todos.

𝘉𝘭𝘢𝘤𝘬 𝘚𝘱𝘢𝘤𝘦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora