𝗢𝟭𝟴

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Una vez que el par de coreanos llegó al supermercado, comenzaron a tomar algunas cosas de los estantes de golosinas y frituras.

—¿Qué tal el trabajo? —Changbin preguntó curioso.

—Ni lo menciones, hay un paciente que me ha causado demasiado estrés últimamente —la menor respondió algo irritada con tan solo recordarlo.

—¿Quieres hablar de él?

—Por supuesto que no, no lo soporto, al principio parecía alguien divertido, pero se volvió mi dolor de cabeza.

—Lo lamento por tí —Changbin palmeó su hombro tomando algunas otras frituras para meter a su carrito de compras.

Y nuevamente, un silencio se instaló entre ellos mientras continuaban, buscando botanas para comprar.

No era un ambiente incómodo, en lo absoluto, al contrario, inexplicablemente se sentían en paz sin necesidad de palabras.

—Changbin, creo que no hay chocolates —Chaeryeong informó rompiendo el silencio mientras inflaba sus mejillas.

—Por supuesto que deben haber, ¿ya buscaste en los otros pasillos? —Chaeryeong negó con la cabeza—. Eres una tonta consentida.

Dicho esto, el mayor soltó una pequeña risita para ir en busca de los chocolates que Chaeryeong tanto quería.

Por otro lado, Christopher, al llegar al supermercado tuvo que separarse un momento de su esposa, ya que esta se había ido al área de bebidas mientras su esposo rondaba por el área de aquellos chocolates por los que principalmente habían venido, y Sana no quería hacerlo caminar mucho para cuidar de su embarazo.

Christopher estaba tranquilo, se le hacía un detalle tan lindo que su esposa se hubiese ofrecido para ir por la bebida que él había pedido, parecía que ella realmente estaba cambiando, que poco a poco volvía a ser esa mujer de la cual se había enamorado hace algunos años atrás, era algo nostálgico que, después de cinco años, pudiese ver nuevamente esa sonrisa de amor que su esposa le ofrecía.

Sentía que ahora nuevamente podía ser feliz a su lado y una pequeña sonrisa surgió en su rostro.

Sin embargo, aquella se borró al mirar a la persona que había entrado al pasillo en donde él se encontraba.

—Christopher —Changbin habló algo sorprendido por ver al menor entrar en el mismo pasillo de chocolates.

—Changbin, ¿qué haces aquí? —el australiano preguntó, preocupado.

—Yo... Vine a comprar.

—Creí haberte dicho que dejaras de buscarme.

—No te estoy buscando, solo fue una coincidencia —Changbin respondió, indignado.

—Entonces, continúa tu camino.

—¿Por qué ahora eres grosero conmigo, ¿acaso no significó nada todo lo que hicimos juntos?

—Solo olvídalo y vete —Christopher comenzaba a preocuparse, Sana podía llegar en cualquier momento.

—No, merezco una explicación —sin embargo, Changbin insistió en quedarse.

—No mereces nada, no somos nada y lo que tuvimos no significó nada —Christopher exclamó intentando sonar seguro.

—No mientas, Christopher.

—Changbin, hablo en serio, solo baja la voz y continúa tu camino, ya te dije que lo que hicimos no fue nada.

—¡Por supuesto que lo fue! Tú sabes que no solo tuvimos sexo, nosotros hicimos el amor, deja de negar que sientes algo por mí —Changbin había explotado.

—¡¿Qué hiciste que con mi esposo?! —Sana llegó con un golpe directo al rostro de Changbin, haciéndolo caer al piso—. ¡Contéstame, carajo!

La mujer tomó a Changbin del cuello de su camisa para sacudirlo mientras gritaba.

—Le dí el orgasmo que tú nunca pudiste darle —Changbin respondió con una sonrisa, sin pensar en las consecuencias de sus palabras.

Por supuesto que no lo hizo. Tenía frente a él a la persona que tanto odiaba.

La cual enfureció mucho más al escuchar la arrogancia en las palabras del coreano e intentó golpearlo una y otra vez, sin embargo, este se cubría con los brazos para evitar que Sana golpeara su rostro, pero no podía hacer mucho para quitársela de encima, después de todo, ella era bastante alta a comparación de él y tenía la fuerza suficiente para poder inmovilizarlo.

—¡Sana, suéltalo! —Christopher gritó al ver la escena frente a sus ojos.

Y Chaeryeong escuchó aquello desde el otro pasillo, preguntándose qué diablos pasaba del otro lado de los estantes.

Así que fue a ver que sucedía, encontrándose a su mejor amigo tirado en el piso, siendo atacado por la mujer del paciente a quien menos toleraba. ¿Qué demonios estaba pasando? Era una imágen difícil de procesar, sin embargo, pudo confirmar que Christopher no mentía cuando dijo que su esposa era una mujer violenta.

—¡Sana, suéltalo, por favor! —el australiano insistió, intentando acercarse para alejarlo de Changbin, pero lo único que recibió fue un golpe con el codo por parte de su esposa, que lo hizo caer al piso.

Chaeryeong corrió para intentar ayudarlo, pero antes de que pudiera hacerlo, la esposa de su paciente lo tomó del cabello para sacarlo a fuerzas del supermercado, hasta meterlo al auto e ir con dirección a casa.

En ese momento, Chaeryeong vió a su amiga intentar levantarse lentamente del piso, por lo que se acercó para ayudarlo.

Christopher estaba muy enojado, no porque Sana le hubiese golpeado a él ni porque ésta prácticamente lo haya aventado al interior de su casa al llegar, él estaba tan
enfurecido porque ella había atacado a Changbin. Jamás se defendió de su mujer a lo largo de esos cinco años que llevaban de matrimonio, pero el haber agredido a Changbin había sido el peor error que pudo cometer.

—¡Tú, maldito vendido, me estabas engañando con un hombre! —la mayor lo señaló con el dedo acercándose para intentar golpearlo, pero antes de que Sana comenzara a gritarle y a lastimarlo, Christopher corrió a su habitación en busca de los resultados de las pruebas que Chaeryeong le había dado.

—¡No te atrevas a huir y responde! —Sana llegó a la habitación de igual manera—. ¿Por qué demonios te atreviste a meterte con ese?

—¡Porque "ese" es mucho mejor que tú en la cama, porque "ese" si sabe valorarme y porque "ese" no es una persona infértil como tú, maldita desgraciada! —Christopher le aventó la carpeta con los resultados a Sana.

—¿Cómo me dijiste? —Sana tomó la carpeta con una de sus manos y con la otra apretó fuertemente a Christopher del cuello—. ¿Qué carajos es esto?

—Son los resultados que Chaeryeong me dió —Christopher habló con dificultad a causa de la falta de oxígeno—. Después de todo, esa miseria que tienes entre las piernas no sirve para nada.

Entonces, Sana lo soltó y miró las hojas que habían en la carpeta. Su ego no le permitía creerlo, pero los resultados eran más que evidentes.

—Esa maldita... Se arrepentirá de haberme mentido —Sana arrugó los papeles, tirándolos al piso para volver a tomar a Christopher del cuello—. ¿De quién es ese bebé?

—Tuyo no —él respondió con coraje en sus palabras, estaba tan enfurecido.

—Entonces, no habrá problema si muere en el proceso —ella lo aventó al piso, dispuesta a darle una patada en el vientre.

Estaba segura de que no se detendría hasta haber acabado con él.

𝗲𝘀𝘁𝗲́𝗿𝗶𝗹  ✧  𝖻𝗂𝗇𝖼𝗁𝖺𝗇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora