Día 97.

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El declive comenzó progresivamente. Al principio, era el cansancio: las altas temperaturas, la falta de descanso y la tortura física y mental que suponía el cautiverio hicieron que los niños mostraran una evidente amargura en todo momento. Sin embargo, cuando Luffy quedó dormido, fue Sabo el que lo señaló.

"Nunca he prestado atención, pero... ¿Alguna vez habías visto a Luffy pasar el día entero sin sonreír?"

Eso marcó el primer día, con niños hambrientos, heridos y un poquito tristes.

El segundo llegó y se fue de la misma forma. El tercero también. El decimoquinto agregó llanto, cuando Ace fue torturado en venganza por el tesoro robado. El vigesimoséptimo era un constante de ojos caídos y mirada perdida después de los numerosos intentos de escape fallidos. Cuando Bluejam los vendió a un barco de traficantes, pasaba todo el día acostado con pequeños sollozos saliendo de su pecho. Cuando consiguieron escapar de los traficantes, ni siquiera lo celebró.

Era desgarrador y a sus hermanos los estaba matando poco a poco.

Ace y Sabo cuidaron a su hermano lo mejor que pudieron. Trataron torpemente sus heridas, lo colmaron de amor y le repitieron constantemente que estarían bien. Que volverían a casa. Luffy solo los miraba con sus ojos negros más apagados que nunca. Sabo cree que fue culpa de ellos: Luffy es el mejor leyendo a la gente y cuando los miraba, sabía que ni siquiera ellos mismos creían sus propias promesas.

Finalmente habían pasado ochenta días de sufrimiento cuando sucedió lo que más temían: terminaron separándose.

"Luffy," llamó Sabo con tono suave, para no asustarlo. "¿Quieres comer algo?"

Aún quedaban provisiones de la primera isla a la que habían llegado después de escapar de los traficantes. Era un lugar lleno de bosques y vegetación, y una parte de su fauna les recordaba al Monte Colubo. Punk Hazard fue un sentimiento agridulce en gran parte, pero fue una suerte poder volver a sus costumbres de abastecerse de su propia comida sin tener que huir. La caza fue terapéutica e incluso pudo devolver el brillo a los ojos de Luffy por unos segundos. Por lo que habían visto, lo único que habitaba la isla a parte de los animales y la flora fueron los Marines, a los que no fue difícil robarle un velero para viajar.

La comida era una de las pocas cosas que seguían haciendo reaccionar a Luffy en su estado depresivo. Incluso si era en menor medida, debido a la desnutrición que pasaron por sus captores, aún provocaba el entusiasmo tan característico de la gula del hermano menor. Ante la ofrenda de su hermano, Luffy se apartó del mascarón de proa de la barca y aceptó la comida. Sabo lo vio engullir mientras le acariciaba la cabeza con un nudo en la garganta. Se sentía tan cansado que todo lo que quería era dormir, tirarse en medio de la cubierta y ser abrazado por sus hermanos. Sabía que ellos se sentían igual.

De repente, un oscuro presagio irrumpió la calma. Desde el horizonte, una gran sombra se movía rápidamente hacia ellos. Ace, que estaba haciendo un lío con los nudos de las velas, fue el primero en notarlo, frunciendo el ceño al ver la silueta de un barco acercándose a toda velocidad.

"¡Sabo! ¡Luffy!" Llamó con un grito mientras tomaba un remo para tratar de maniobrar la pequeña barca. "¡Tenemos que alejarnos!"

Sin embargo, era demasiado tarde. El gran barco chocó contra el velero con una fuerza descomunal, haciéndolo tambalear violentamente. El mar tranquilo fue perturbado y olas iban y venían, inundando la cubierta de la barca. Los tres niños se aferraron con todas sus fuerzas a lo que pudieron, el rubio agarrando firmemente a su menor mientras que Ace trataba de llegar a ellos.

"¡He encontrado a unos mocosos!" Se burló un hombre desde la cubierta. Sabo no podía levantar la cabeza lo suficiente como para distinguir si el barco llevaba bandera, pero la de los marines aún seguía ondeando ajenamente sobre el velero. Sintió a Luffy debilitarse en sus brazos. "¿Crees que serán hijos de un marine? ¡Vamos a atraparlos!"

100 días sin sonreírDonde viven las historias. Descúbrelo ahora