Cómplices

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Jimin

Jimin era bueno fingiendo.

Su vida se había construído en base a qué tan bueno era fingiendo, interpretando un papel que nunca había querido, jugando un juego que nunca podría ganar. Era parte de él, y aunque en algún punto falló en llevarlo a cabo, sabe que es momento de regresar al juego.

A partir de ahora sabe que todo depende de qué tan bueno sea apegándose a su papel. Un papel que fue su salvavidas y al que le debe la libertad de poder estar con su hijo. Jimin va a interpretar ese maldito papel como si le hubieran escrito las letras en fuego.

Así que cuando baja del auto y la ola de multitud los está esperando, nadie podría decir que está hecho un desastre de nervios y miedo. En su lugar Jimin tiene un semblante que hace retroceder a unos cuantos por la mirada que solo alguien que es un sangre pura podría tener, sus pasos son firmes y su postura es la de alguien que jamás podría arrodillarse ante nada.

Namjoon se apresura a bajar también del auto, acercándose para evitar cualquier imprevisto, quizá. Es inteligente, porque la hostilidad y desconfianza en su gente se ve en los ojos de muchos. Jimin ni siquiera los culpa.

Namjoon lo acerca hacia sí en cuanto llega a su lado. La imagen que dan debe de ser suficiente para que la manada entienda lo que está pasando.

Escucha los murmullos de desconcierto, siente las miradas buscando respuestas, y se abstiene de abrazar aún más fuerte a su hijo en brazos, solo para no hacerles ver que está asustado.

—¡Namjoon! —alguien exclama y la multitud abre paso rápidamente a una mujer que Jimin reconoce enseguida como una alfa, la madre de Namjoon. Camina a sabiendas que la tierra que pisa le pertenece, las personas se hacen a un lado tan rápidamente como la notan. Le toma unos segundos reparar en su presencia, pero cuando lo hace se detiene abruptamente—, ¿qué está pasando? Recibimos una llamada y... ¿es verdad?

Jimin reconoce la angustia y desesperación ante el fingido tono calmado de ella, Namjoon también lo nota porque se endereza un poco más.

—Madre, ¿dónde está Seokjin?

Jimin reconoce el nombre del hermano de Namjoon, el segundo alfa de la familia, quien se ha encargado de la manada desde que Namjoon decidió ir con los Park.

Pero la alfa frente a él parece a punto de hacer una escena, lo mira horrorizada y cuando su mirada repara en Yeonjun, ella suelta una exclamación y el pensamiento en su cabeza es algo que Jimin puede escuchar enseguida.

Jimin, el omega de los Park y el cachorro de aquel otro alfa.

—Namjoon, respondeme. Dime que no es verdad lo que acabo de escuchar.

Jimin no se permite hacer ni una mueca, aunque podría hacerla. Hacer esta escena frente a tanta gente es prácticamente anunciarlo a toda la manada, ¿y no hubiera sido mejor haberlo hecho... de otra forma? Pensar en ello lo irrita porque comienza a pensar en lo que Jimin hubiera hecho diferente: un buen comunicado explicando mejor las cosas, una reunión con la manada, una presentación apropiada. Ahora no tiene control ni decisión sobre cómo se está haciendo.

No importa, se dice, esto no cambia nada.

—Madre —Namjoon no usa ningún tono fuerte pero la advertencia está ahí, colgando entre las sílabas lentamente pronunciadas.

—No —ella niega, casi gruñendo—, no estás haciendo esto. Esto —dice mientras los señala a ambos—, no está pasando. Está enlazado, Namjoon, tiene un cachorro.

La gente a su alrededor se mueve, retrocediendo, como si esos hechos y las implicaciones fueran lo peor que podría pasarles. Jimin decide que no le gusta. Después decide que no importa. Siente las manos de Yeonjun aferrarse más fuerte a él, Jimin le regresa el apretón ligeramente, calmándolo con caricias en su espalda tal y como Namjoon lo está haciendo con él.

Flares | NamminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora