Flares | Nammin

Buen omega

Cuando Namjoon, lo rechazó, no se lo dijo a nadie.

No porque estuviera avergonzado de ello (aunque bueno, él de verdad estaba avergonzado de ello), ni porque tuviera miedo (Jimin tenía diecisiete y estaba jodidamente aterrado), sino porque, aunque corriera con su padre a contárselo, aunque se lo hubiera revelado a Taehyung mientras lloraba en sus brazos, aunque tuviera la oportunidad de tener a Namjoon delante de él para preguntarle por qué lo había hecho, no iba a cambiar absolutamente nada.

Su pareja destinada lo había rechazado, y sí, pasó noches llorando en silencio preguntándose si había algo mal con él, si realmente no se estaba esforzando lo suficiente en ser el perfecto omega. ¿Debía sonreír más? ¿Debía hablar menos? ¿Debía perder más peso? ¿Sus movimientos eran demasiado torpes? Taehyung le había dicho que no había nada mal con él, pero entonces, ¿por qué su alma gemela, la persona que lo tendría que amar de forma incondicional, atesorándolo con cada cosa que poseía y significaba, lo había rechazado?

Por supuesto que se sintió como un omega inútil, inservible, pero aquello no iba a cambiar nada.

Jimin nunca había manejado bien el ser un omega de todas formas. Que su pareja destinada no lo hubiese reclamado significaba algo.

Lo había rechazado, punto. El alfa seguiría con su vida y él tendría que seguir con la suya.

Jimin no podía culpar a su padre de arreglar su matrimonio con Seung. Llegó de la nada un día, presentándose en persona a su puerta y pidiendo la mano de su hijo menor, prometiéndole muchísimas cosas, entre ellas estabilidad económica y social. Era un buen tipo, si no mirabas dos veces y su padre nunca miraba dos veces de todos modos.

No era un lobo puro, pero aquello no importó mucho, era hijo de una de las familias influyentes en cuanto a negocios, graduado en administración de empresas y posicionándose como un CEO de una gran empresa de moda.

Su padre prometió costear la boda, pero el único pedido de Jimin fue que el evento no fuera nada grande. Así que a regañadientes se hizo en Miami, sólo con la familia y un par de amigos íntimos.

Jimin se mudó a la manada de su alfa, que era diferente a las manadas a las que estaba acostumbrado. Para empezar, su nueva manada estaba en Tokio, y a juzgar por Jimin no era realmente una manada. Sólo era la familia de Seung y ya, y ni siquiera compartían un mismo condominio. Seung lo llevó a uno de los más caros departamentos en Tokio, último piso y con vista a la torre del lugar.

Jimin apreció la vista, pero Seung era... difícil.

Sí, era amable con él, y lo trataba con respeto, lo llevaba a cenar a restaurantes caros y siempre guardaba su postura, al menos no lo obligaba a hacer muestras de amor en público (no muchas). Sin embargo, estaba el tema de que se ponía como loco cuando Jimin hablaba de su miedo a ser marcado, y sus actitudes que demostraban el nulo control de la ira que tenía, así como lo bueno que era con el chantaje.

Jimin no pudo aguantar mucho negándose a pasar el celo del alfa juntos porque Seung se encargaba de recordarle que de nada servía posponerlo cuando ya había un documento firmado que lo avalaba y que aún esperara los años que quisiera esperar, ambos estaban casados ya.

Seung lo marcó en su primer celo juntos, y Jimin sabía que no había nada que hacer de todas formas cuando Seung puso el tema de los cachorros sobre la mesa.

Ya estaban casados, ya estaba marcado, tener cachorros era lo que se esperaba en la relación después de todo. Entonces pensó que no había tenido tan mala suerte como pensó que la tendría.

Seung podía perder el temperamento a veces, pero siempre terminaba disculpándose con Jimin, y podía tener actitudes que en parte asustaban y disgustaban al omega, pero eran muy pequeñas, tanto que, si Jimin no pensaba en ellas podía hacer como que no existían. Además de que el dinero no les faltaría cuando decidieran hacer crecer su familia. Y Seung era respetoso con su compromiso así que sentirse amenazado por algún amante no estaba en la lista tampoco.