Capítulo 35: Vivian y Mathew

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Vivian trajo al gato para sus controles regulares. La sala de espera estaba tranquila, salpicada de la luz matutina que se filtraba por las cortinas entreabiertas. Los pacientes y sus mascotas aguardaban pacientemente su turno, sumidos en sus propios pensamientos, su pequeño gato ronroneando suavemente en su regazo.

Vivian esperó pacientemente hasta que finalmente llegó su turno. Con cuidado, cargó al gatito en sus brazos y entró al consultorio.

—Buenos días— dijo Vivian, y de pronto el tiempo pareció detenerse al cruzar sus ojos con los de Mathew. Allí, en ese breve instante, se reflejaban todas las sombras del pasado, las decisiones no tomadas y los silencios prolongados. Mathew, con su piel bronceada y esos mechones rebeldes que caían despreocupadamente sobre su frente, estaba allí, envuelto en la bata de veterinario, una figura de autoridad y familiaridad al mismo tiempo. Era él, el hombre cuyo recuerdo había mantenido su corazón en un compás de espera, latiendo con una mezcla de añoranza y temor.

Mathew también pareció afectado, aunque su semblante apenas cambió, permaneciendo estoico. Sin embargo, en su interior, el pasado se agitaba con fuerza al ver a Vivian, su cálida presencia llenando la habitación de manera impactante. Observó cómo sus cabellos rubios ondeaban al entrar, su vestido delineando su figura con una elegancia casi etérea. Los recuerdos se desataron descontroladamente en su mente, reviviendo los tiempos compartidos con Vivian, que ahora parecían a la vez distantes y sorprendentemente cercanos.

Un silencio tenso llenó la habitación mientras se miraban el uno al otro, cada uno luchando con las emociones que resurgían. Finalmente, Mathew rompió el hielo con una sonrisa forzada

—¿En qué puedo asistirte hoy en el consultorio? —preguntó Mathew con tono profesional.

— Mi gato, lo traje para su control —respondió Vivian.

— Por supuesto, déjalo encima a de la mesa —indicó Mathew, preparándose para comenzar la revisión.

Mathew tomó al gato con cuidado, examinándolo con profesionalismo mientras Vivian observaba en silencio. Recordaba los días que pasaron juntos, la forma en que él la miraba en ese entonces, y cómo sus caricias eran llamas ardientes sobre su piel. Ahora estaban separados por más que solo el tiempo y el espacio.

— Tiene buenas señales de estar saludable, ha seguido con la dieta, "gato" está en perfecta condiciones, solo le aplicare las dosis necesarias —dijo Mathew, tratando de mantener la conversación en un tono requerido.

— Ya no se llama gato, es Luna por el color de sus ojos —respondió Vivian.

— Ya veo —dijo Mathew inexpresivo.

— Ahora le inyectaré su segunda dosis, estará bien, puede pasar por mi asistente para programar las demás citas si en caso desea hacerlo —añadió Mathew, mientras preparaba la inyección.

Vivian lo miró detenidamente, observando su frente, la forma de sus cejas y los ángulos de su rostro. Habían pasado semanas desde la última vez que se vieron, y había temido olvidar cada uno de sus rasgos. Ahora, su presencia la sobrecogía.

—Es un hermoso gatito, Luna crecerá bien si sigue con sus cuidados —dijo Mathew con una sonrisa cuando el gatito le ronroneo, y Vivian deseó grabar el sonido de su voz para conservarlo por siempre.

Al observar a Mathew, Vivian se sintió asaltada por la nostalgia y la tristeza al recordar el tiempo que pasaron juntos. Cada detalle de su rostro evocaba memorias. Un atisbo de esperanza se encendió en su interior al escuchar la voz de Mathew que se diría a ella

— Gracias, doctor —agradeció Vivian, dirigiéndose a Luna con cuidado mientras se acercaba a él. Apenas un metro los separaba y la mesa del medio.

Perfecto Engaño de Amor +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora