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Estaba en la cocina, la cual está cerca de la cabina de experimentos. Era un maldito infierno lo que sucedía ahí dentro.

De nuevo se escuchaban gritos por todo el lugar, se encontraban experimentando con una niña de cuatro años. Sentía que iba a volverme loco de escuchar aquellos gritos de una simple niña; lo peor del caso no era el para qué la estaban usando, sino, el destino que posiblemente le espere si no sirve como experimento, aquellos malditos animales son capaces de cualquier cosa con tal de cumplir con su propósito, el cual es: Crear los más poderosos experimentos con niños jamás antes vistos para ser los mejores.

Quiero matarlos a cada uno de ellos... por todo el daño que nos han hecho cuando solo somos niños... Malditos sean todos los días de su vida...

Ojala un imbécil de tan solo dieciséis años como yo pudiese hacer algo al respecto para ayudar a la pobre criatura, pero yo soy un experimento más.

Me llamo Nouha, soy el experimento 3-16. Mejor conocido como el titiritero ya que todos mis huesos son como carretes de hilos azul neón que no pueden romperse, además de que al momento de expulsarlos para manejar el cuerpo de una persona salen de la punta de mis dedos. Yo, tal como la mayoría de los que nos encontramos en esta cabina subterránea estamos aquí con el propósito de convertirnos en experimentos poderosos. En este horrible lugar hay muchos más como yo, de todo tipo de edades, lo único diferente que tenemos son el tipo de experimento, porque del resto, todos vivimos en el mismo infierno en el que obtendremos un posible mismo destino.

Me fui melancólico del lugar hacia mi habitación; en cuanto entre me estaban esperando mis compañeros de habitación. Maitthy, ella es el experimento 604, es de mi edad —ella es muy peculiar ya que es un experimento con alas, a las cuales puede transformar sus plumas en cuchillas las cuales desprende y manipula como desee— y Sikkih, el experimento 406; un niño de diez años —su tipo de experimento es tanto impresionante como doloroso, al tener muchas cicatrices en su cuerpo puede sacar hasta diez agujas de todas ellas con hilos de sangre que puede manipular como le plazca.

Me senté a su lado sin decir una palabra. Solté un suspiro de tristeza.

—¿Ahora qué te pasa, Nouha? —preguntó Maitthy con expresión triste, normal en ella. Al ver que no conteste ya supo la respuesta—, ya, es por lo de la niña.

Asentí con la cabeza.

—Sabes, no te sientas tan mal, comprendo que te moleste y te pongas triste pero recuerda que aquí todos pasamos por lo mismo tres veces por semana. No puedes deprimirte ahora —trató de calmarme.

—Maitthy, te agradezco el gesto que estás haciendo, pero, yo no puedo estar feliz cuando cada día sufrimos más. Lo peor es que no podemos salir de aquí.

Prefiero sufrir solo yo a que sigan sufriendo todos aquellos niños... Ellos merecen una vida normal... No una vida en la que solo griten de miedo y de dolor...

—Tú muy bien sabes lo que pasa cuando un experimento no funciona Maitthy, todos aquí lo sabemos porque lo vivimos a diario.

—Nouha —me llamó Sikkih—, todos sabemos lo que pasa con aquellos experimentados defectuosos, todos van a ser acecinados y devorados por los animales y aquellos que van funcionando y quedan tiritando serán abusados como nosotros. Después de todo, para eso servimos, ¿no? Solo somos niños de laboratorio.

Odio que las cosas sean así... Si tan solo... Tuviese el poder para acabar con ellos, o si tan solo existiera un mundo al salir de esta cabina.

—Ven aquí —me abrazó Maitthy fuertemente—, entiendo tu enfado, pero así como sufren ellos sufrimos todos, aunque deseemos salir de aquí no se puede, porque no existe un felices para siempre ni mucho menos un cuento de hadas. Todos tenemos el mismo destino, niño.

Corre si es que puedesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora