18.- Espía.

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Pov. Pablo

Comenzó a llover a cántaros y relámpageaba fuerte. No podría llegar a casa sin estar accidentado. Toda mi ropa estaba empanada y no habían taxis.

Me di la vuelta para seguir el camino de donde venía y llegué a los departamentos. Marizza estaba en el balcón viendo la lluvia. Miró un poco más abajo y cruzamos miradas. Ella se fue y segundos después apareció bajando las escaleras.

–¡Por dios, Pablo!– vino corriendo hacia mi y fuimos al techo.– Te vas a enfermar.

–Lo siento, no alcanzaría a llegar a casa. Iba a casa de mi tía.

–Vení, te vas a enfermar.– me tomó de la mano y si subimos los pisos juntos. Entramos a su depa y cerró la puerta con llave.– Ahora vuelvo.– desapareció entre las paredes mientras yo estaba sentado en su sala.

–¿Soles ser así de protectora?– pregunté burlón y ella regresó con una toalla.

–Los idiotas necesitan supervision.– la miré mal.– Sácate esto. Te vas a enfermar.– comenzó a desabotonar mi camisa mientras yo solo la veía.– ¿Tenes frío?

–Si. Además de que estuve cerca de caerme en alcantarillas por lo resbaloso.– ella sacó mi camisa y tocó mi frente. Con la toalla comenzó a secar mis brazos y cabello. Yo solo me dejaba hacer.

–Hice chocolate caliente.– dijo sin dejar de mirar mi pecho– Ahora vuelvo.– se llevó mi camisa.

Llegó con una taza y me la dio.

–Estas helado.

–No es mi culpa.

–Duh, eso lo sé. Pero tenes que templarte.– dijo mirandome seria.

–Si queres voy con mi tía para no molestarte.

–No molestas, pero si queres irte, adelante.– dijo con su mano en mi frente.

–Bueno.

–¿Te enfermas con frecuencia?

–De niño me enfermaba mucho. Ya después se me quitó.

–Entiendo.– se paró y encendió el televisor.

–Ahora vuelvo. Mamá se preocupará si no vuelvo.– toqué mis bolsillos y saqué mi teléfono. Después de hablar con ella me dijo que me cuidará y que estaba bien. Me senté al lado de Marizza.– ¿Sos una clase de pulpo?– me miró curiosa.– Digo, tenes muchas habilidades.

–Cuidé a papá cuando se enfermaba. Algo debió quedarme.– dijo mirando la tv.

–Lo siento.– dije sinceramente.

–Yo igual.– suspiró– Era un gran hombre.

–Algo debió quedarte, ¿no?– dije y me miró sonriente.

–Gracias, Pablo.– me miró dulcemente– Lo extraño mucho.

–Él te mira todos los días y se enorgullece cada vez más de vos. Estoy seguro de ello. ¡Mira a donde llegaste!

–Sos verdaderamente muy bueno.– me abrazó. Nos quedamos así un rato hasta que ella se quedó dormida.

Al día siguiente me desperté y noté que tenía una frazada encima. Escuché un golpe en una pared y me levanté de golpe.

–¡Mierda!– caminé hacía donde provino el grito y vi a Marizza abrazándose a sí misma. Toqué la puerta y ella no me miró. Solo se tapó la cara.

–¿Puedo pasar?– negó con la cabeza.

–Quiero estar sola.

–De acuerdo... ¿me voy?– alzó los hombros. No sabía si en realidad si quería estar sola o sea lo qje sea que le haya pasado le da vergüenza pero para no molestarla me fui de su casa.

Otra Cara Del Amor // Pablizza.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora