Otra Cara Del Amor // Pablizza.

12.- Misión Imposible.

Pov. Mia.

Estaba destrozada. Nunca en todos mis años de amistad Pablo había sido tan ojete, pero no podemos hacer nada ahora.

–¿Ya comiste algo?– me preguntó Marizza, captando mi atención cuando caminábamos en el parque.

–Un poco.

–Mia, estas medio ida. ¿Todo bien?

–Si, bastante. Vamos a la papelería, afuera venden cafés.

–Claro.

–Yo invito.

Fuimos a donde estaba la papelería y entramos a la cafetería.

–Muchas gracias.‐ dije tomando mi café y pagué.

–Vení, vamos a sentarnos.– miré a mi alrededor buscando asientos y...

–¡Oh, por Dios!– Marizza se cubrío la boca y se puso de espaldas.

–¿Qué pasa?– pregunté preocupada.

–Mirá con discreción.– apuntó a nuestras espaldas y miré.– ¡Te dije con discreción!

–¿Es Paula?

–Gracias al cielo. Creí que alucinaba.

–Pero no está sola.

–Lo sé, está con un pibe y no es Pablo.– nos miramos.

–¿Le será infiel?– dijimos al mismo tiempo.

–Juro que si...– iba a ir hacia ella pero me jaló del brazo.

–Para, Mia. Lo que tenemos que hacer ahora es actuar invisibles.

–¿Y còmo hacemos eso?

–Una vez que salgan de aquí, yo que sé, los seguimos.

–¡Estas loca! Por Dios, claro que lo estás.

–¡¿Querés ayudar a tu amigo o no?!

–Ni siquiera creo que lo siga siendo.

‐Oh, no digas eso. Estoy segura que está confundido.

–Marizza...– me miró.– Se me ocurrió algo, pero debemos salir de acá.

–Dale, decime.

[...]

–¡No! ¡Mia, no puedo tener rivales en mi primer año de universidad!

–Sé que Pablo se está volviendo tu amigo, hacelo por él, por favor.– puse las manos en forma de súplica.

–Eso es pasarse, Mia.

–Pasarse por un amigo...– alcé los hombros inocentemente.

–Esto es una locura...

–¿Aceptás?

–¡Si, pues, si acepto!– dije un poco obligada- Pero vos le contás a los niños.

–¡Obvio! ¡Ay, que emoción! Vamos a buscar a Tomi primero.– la tomé de la mano para ir a su casa.

Llegamos a casa de Tomás, quien estaba con Manu y nico, jugando la play.

–¡Hola, amor!– abracé a Manuel.– Hola, chicos.– los abracé a ellos.

–Hola.

–Bueno, ¿pero que hacen aquí?– preguntó Manu.– No está Pili.

–Eh, no, eso ya los sabemos.– dije.

–La idea era solo hablarlo con Tomi primero, pero ya que están ustedes, mejor llamamos a Pili.– dijo Marizza.

–Yo le llamo.– dijo Tomás y corrió al teléfono.