9. Pérdidas

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Septiembre 2008

Charlotte

La pérdida de alguien especial es muy difícil, nunca la había experimentado hasta que recibí la visita de mis padres desconsolados avisando que mi hermana mayor y su esposo se accidentaron en carretera en un viaje. El hospital llamó para que fuéramos a reconocer sus cuerpos en la morgue y nadie más que Connor y yo, tuvimos el valor de hacerlo.

Me puse mi mejor máscara de hielo frente a mi hermano, no porque quisiera, sino porque estaba en shock total. Verla a ella y a mi cuñado en aquellas camillas frías, con sus cuerpos magullados y heridos, fue algo que me causó un vacío irreparable. Más al saber que estaban vivos al llegar y no los atendieron a tiempo.

La vela fue en casa de mis padres, ambos ataúdes lado a lado, llenos de flores. Lo más difícil es ver a mi sobrino, sentado sobre el suelo, con la mirada perdida en la nada. Él no estaba con ellos, estaba con mis padres mientras viajaban por temas de salud, puesto que mi hermana recién se enteraba de su segundo embarazo, bebé que también perdimos. Nadie lo sabía, no sé si Chris conocía eso tampoco, pero yo sí porque en la morgue me lo dijeron. Ni siquiera ella tuvo la oportunidad de comunicármelo, ya que le arrebataron la vida de un momento a otro.

Ni siquiera tengo el valor de darle esa información a mis padres porque los destrozaría aún más.

Me hinco al lado de mi sobrino, quien tiene los ojos hinchados y llorosos. Llamo su atención y le extiendo una galleta y un jugo.

-Toma, no has comido nada.

-Gracias… -dice en un murmuro, lleno de tristeza.

-Mi niño… Prometo no dejarte solo. -digo y por primera vez logro soltar lágrimas sinceras mientras lo abrazo protectoramente.

No solía verlo seguido, pero siempre supe que si algo le pasaba a mi hermana, sería yo quien cuidaría de él. Aunque no pensé que fuera de manera definitiva.

Él me abraza de vuelta y aunque no llora, se aferra a mí con necesidad. Nos quedamos ahí un rato y poco tiempo después, nos retiramos para que pueda comer lo que le traje.

Tere, mi hija, aunque solo tiene seis años, entiende bastante la situación, así que hace todo lo posible por consolar a su primo, distrayéndolo, llevándolo a jugar con sus amigos, los hijos de Demian y Juli. Todos han venido a darnos consuelo.

Me levanto de mi lugar y camino por la casa en busca de mi madre, a quien encuentro con mi esposo charlando, cansados y con gesto triste.

-Mamá, ¿Podemos hablar? -pregunto tomando asiento a su lado en el sillón.

-Claro. -me dice y suspira, exhausta. No ha dormido en toda la noche al igual que yo.

-Las dejaré solas. -Ricardo, quien estaba a su lado, dice poniéndose de pie.

-No, quédate. Quiero que escuches. -le pido tomando su mano y él sin rechistar, se sienta nuevamente.

-¿Qué pasa, hija? -mamá me observa, no he logrado hacer contacto visual directo con nadie en todo el día, pero ahora lo sostengo.

-Quiero la custodia de Chris.

Ella alza las cejas y Ricardo también me observa.

-¿Estás segura, querida?

Asiento.

-No quiero que sea una carga para ti y para papá, ustedes ya criaron a sus tres hijos. Connor ya tiene a las trillizas y Ricardo y yo solo tenemos a Tere. A ella seguro le gustará la compañía. Realmente me gustaría hacer esto por Claire y Owen. Sé que así lo habría querido. -digo y uso todas mis fuerzas para no derrumbarme otra vez.

Reencuentro Entre Corazones (SC Libro 3.1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora