13. Correos

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Lance

Llegué a casa, un poco desgastado porque no estoy acostumbrado a tener charlas tan intensas. Siempre evito el conflicto, pero este era necesario al menos.

Verdaderamente no tengo ni idea de si Charlotte me ha creído o no, intenté ser lo más convincente posible, aunque no era necesario, ya que no dije mentiras. Ella no parecía convencida, en cambio yo, le creo su versión a pesar de mis dudas, claramente. Supongo que esas las iremos resolviendo con el tiempo.

Subo al segundo piso y entro primero en la habitación de mi hija. Gis tiene un libro en el pecho y su lámpara encendida, así que retiro su lectura para arroparla bien y apago la luz antes de ir a con Nicolás, donde lo veo con el teléfono en la mano.

-Hola, pensé que te encontraría dormido. -digo adentrándome en la habitación.

-Solo charlaba con alguien. -dice y apaga la pantalla para luego colocar el aparato en su pecho. -¿Qué tal te fue en tu cita?

-No fue en lo más remoto una cita, fue… Una montaña rusa de emociones. -suspiro y me siento a su lado para comenzar a relatarle detalles.

Nico me escucha atentamente sin decir nada y termino acostado a su lado, viendo hacia el techo. Omito algunos detalles, como la corriente que sentí cuando la toqué, porque no considero que eso sea importante de a momento.

-Realmente es toda una telenovela. -bromea y yo me llevo las manos al rostro.

-Así parece.

-Había olvidado darte algo. -dice y se pone de pie para hurgar bajo su cama, Felix aparece de ahí debajo y procede a subirse a la cama en donde lo comienzo a acariciar mientras mi hijo busca algo.

Cuando se levanta nuevamente, tiene algo en manos. Una caja de zapatos de una marca que quizá no se produce desde inicio de los 2000, así que sé de qué va su contenido. Él me la extiende y procedo a abrirla y un nuevo baúl de recuerdos se queda sin candado. Está llena de las fotos de mi adolescencia y no solo eso, sino también la carta que Susan me ayudó a escribir para Char y la que recibí de parte de su madre devuelta.

No recordaba que la tenía, ni sé por qué la guardé, realmente llevaba sin abrir esta caja desde que me gradué de la universidad. Ha pasado tanto tiempo…

Incluso encontré una libreta en donde está anotada mi antigua dirección de correo junto con su contraseña, la cual no necesito porque nunca se me olvidó. La última vez que recuerdo haberlo abierto fue después de unos meses de la ruptura y de repente me pregunto si todos los correos seguirán ahí.

-Gracias hijo, no sabía lo mucho que necesitaba esta caja hasta ahora.



Charlotte

A la mañana siguiente, en la oficina, llego temprano, apenas pude dormir pensando en todo lo que hablamos con Lance, en el último documento que me envió Ricardo y en cómo le diré a mi hija sobre nuestra pronta separación. Siento que la cabeza me retumba, ni siquiera el café me ayuda. Me veo fatal, no me quiero ver al espejo porque ya sé lo que veré y no es mi mejor versión.

Soy una mujer de 41 años y mi vitalidad se ha desvanecido con tantas cosas que tengo por hacer y resolver. Realmente la situación va a acabar conmigo un día de estos.

-Buenos días, Char. -escucho la voz de Lance llegar. Alzo la mirada y lo encuentro tan animado y fresco como siempre.

Envidio su paz.

-Buenos días. -respondo y me recuesto en mi asiento.

-No te veo muy bien, ¿es por lo de ayer? -inquiere con preocupación en su mirada.

Reencuentro Entre Corazones (SC Libro 3.1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora