XIII

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El lunes siguiente a la conversación en la cafetería, la atmósfera en la escuela seguía siendo tensa. Los rumores sobre Himiko persistían, y aunque Ochako hacía todo lo posible por apoyarla, la verdad completa sobre el pasado de Himiko aún no había salido a la luz. El día se desarrolló con un aire pesado y las miradas furtivas que Himiko recibía no ayudaban a mejorar el ambiente.

Después de clases, Himiko y Ochako se dirigieron al parque. El lugar, con su tranquilidad y el murmullo de las hojas al viento, se había convertido en su refugio para compartir momentos difíciles. Se sentaron en un banco, y mientras Himiko observaba el horizonte, Ochako notó que parecía más pensativa que nunca.

—Ochako, hay algo más que necesito contarte —dijo Himiko con voz temblorosa—. Ya te he hablado de mi antigua relación, pero hay mucho más que debes saber sobre cómo mi vida cambió después de eso.

Ochako asintió, su mirada fija en Himiko, dispuesta a escuchar y entender.

—Cuando mis padres me cambiaron de escuela, pensé que podría empezar de nuevo. Pero la verdad es que las cosas solo empeoraron —empezó Himiko—. En mi nueva escuela, me esforzaba por encajar, pero sentía que no podía escapar del dolor que había dejado atrás. Me escapaba de casa a menudo, tomaba sin parar para tratar de olvidar. Mi comportamiento se volvió errático y obsesivo. Empecé a pelear con compañeras por comentarios triviales, buscando en su atención una distracción del vacío que sentía por dentro.

Ochako frunció el ceño, sintiendo una profunda tristeza por el sufrimiento de Himiko.

—Mis padres estaban cada vez más frustrados conmigo. Me comparaban con otros niños y me hacían sentir que nunca podría ser lo suficientemente buena para ellos. Sus críticas se volvieron constantes, y su desdén creció. Finalmente, decidieron que ya no había nada que pudieran hacer por mí y se rindieron —continuó Himiko—. Fue entonces cuando tomé una decisión importante. Con el dinero que me dejó mi abuela, que había fallecido pero que siempre amaba, compré una pequeña casa. Quería estar sola, lejos de la presión y el juicio de mi familia.

Himiko miró al suelo, con la mirada llena de dolor, mientras Ochako la escuchaba en silencio, su preocupación evidente.

—Encontré un trabajo en un restaurante, atendiendo a los clientes. La independencia me dio un pequeño respiro, pero la soledad también se convirtió en mi compañía constante. Me mudé sola a la nueva casa, pensando que podría reconstruir mi vida. Sin embargo, las cosas no mejoraron como esperaba —dijo Himiko—. Me cambié de escuela nuevamente al final del año, esperando que una nueva institución pudiera ofrecerme una oportunidad de empezar de nuevo.

Himiko se detuvo un momento, luchando con sus emociones mientras Ochako le apretaba la mano en señal de apoyo.

—En esta nueva escuela, enfrenté un nuevo tipo de acoso. Las personas me atacaban por mi apariencia, me llamaban rara, basura, estúpida. Los rumores falsos que me etiquetaban como prostituta se extendieron rápidamente. La situación se volvió insoportable, y el acoso se volvió físico. Recibía empujones, golpes y una constante humillación. Me sentía atrapada en un ciclo de dolor sin fin.

Las lágrimas comenzaron a rodar por las mejillas de Himiko mientras compartía su sufrimiento con Ochako.

—En un intento desesperado por aliviar mi dolor, comencé a cortarme. El dolor físico me ofrecía un breve escape de la tormenta mental que estaba atravesando. La desesperación y el sufrimiento me llevaron a considerar el suicidio como una solución —confesó Himiko, su voz quebrada—. El día que te conocí, había tomado la decisión de acabar con todo. Creía que nadie se preocuparía por mí y que mi vida no tenía sentido.

Ochako sintió un nudo en el estómago al escuchar la gravedad de la situación de Himiko. Se acercó y abrazó a su amiga con fuerza.

—Lo siento tanto, Himiko. No puedo imaginar lo doloroso que ha sido todo esto para ti. Pero quiero que sepas que estás aquí ahora, y eso es lo que importa. No tienes que pasar por esto sola —dijo Ochako, su voz llena de cariño y determinación.

Himiko se abrazó a Ochako, sintiendo un alivio profundo al compartir su carga.

—El hecho de que tú me hayas mostrado tanta amabilidad y comprensión me hizo ver que tal vez todavía había esperanza. Me diste una razón para seguir adelante, y eso significó más para mí de lo que puedo expresar —dijo Himiko, con una sonrisa agradecida a través de las lágrimas.

Ochako se separó ligeramente para mirar a Himiko a los ojos, su expresión llena de firmeza y apoyo.

—Nunca estarás sola, Himiko. No importa lo que hayas pasado, siempre estaré aquí para ti. Y lo más importante, eres valiosa y mereces ser feliz. No dejes que el pasado te defina —dijo Ochako, con determinación y cariño en su voz.

El sol comenzaba a ponerse, pintando el cielo con tonos cálidos de naranja y rosa. Mientras las dos amigas se levantaban del banco, Himiko sintió una renovada sensación de esperanza. Aunque el pasado había sido doloroso y las cicatrices seguían siendo parte de su vida, sabía que tenía un futuro por el que valía la pena luchar.

—Gracias, Ochako. Realmente no sé qué haría sin ti —dijo Himiko, con una sonrisa genuina.

—Siempre estaré aquí para ti, Himiko. Juntas, podemos enfrentar cualquier cosa —respondió Ochako, tomando la mano de Himiko mientras se dirigían hacia el horizonte, listas para enfrentar lo que viniera con valentía y esperanza.

Mientras caminaban hacia el horizonte, el sol se desvanecía en el cielo, simbolizando el final de un capítulo doloroso y el comienzo de un nuevo camino lleno de esperanza y amistad. Himiko sabía que, aunque el pasado había dejado cicatrices, el apoyo incondicional de Ochako le daba la fuerza necesaria para seguir adelante y enfrentar el futuro con renovada determinación.

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Me doy cuenta que ya no comentó en mis capítulos como antes 💔 solo subo los caps y ya 😭

En fin, espero les guste 💞

Gracias por leer y comentar

No es tu culpa querer tanto - Togachako - 💌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora