ANDY

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—¿Por qué haces eso? —le preguntaste después de darle una calada al cigarro.

La noche se había hecho rápidamente. Andrew pasó el día durmiendo en su habitación, puesto que no había podido dormir nada durante la noche, mientras que Ashley estuvo viendo la TV y comiendo papitas todo el día. Tú encontraste un nuevo pasatiempo: tirar distintos objetos por el balcón y ver si sobreviven la caída. Objetos pequeños y que no se note su desaparición. ¿Qué más podías hacer? Estar desempleado era algo nuevo para ti, si es que prostituirse cuenta como un trabajo formal.

Como sea, estabas tirando las piedras de una maceta, esperando con optimismo que alguna de ellas cayera sobre los autos que transitaban por la calle a esas horas hasta que sentiste la ventana corrediza abrirse. Temiste unos segundos por tu vida, después de todo estuviste rompiendo objetos ajenos todo el día y Ashley probablemente se dio cuenta de lo que estuviste haciendo.

Pero el alma te volvió al cuerpo cuando recordaste que a la chica probablemente le importaba una mierda. Andrew era quien se había unido a tu pequeña fiesta destructiva en el balcón.

—¿Quieres fumar? —cerró la ventana tras de sí y te ofreció un cigarro. Sentiste un deja vu. ¿Será que la única forma que Andrew encuentra para entablar una conversación es ponerte tabaco en la boca? De todas formas, no te quejas.

—Gracias —respondiste aceptando el cigarro, esperando a que te ofreciera fuego. Viste cómo Andrew prendía el suyo y guardaba el encendedor en su bolsillo. ¿Este desgraciado quería que te fumaras el olor? Lo miraste confundido, y tu cara debió ser graciosa porque este chico sonrió, y sabías que una sonrisa amplia de parte de Andrew era algo anormal.

—¿Quieres fuego? Aquí hay —su brazo se apoyó en la barandilla mientras apuntaba su propio cigarro, ya prendido, entre sus labios. Esa actitud engreída te estaba incomodando.

—Saliste gracioso, Andy —rodaste los ojos con un bufido molesto, y sin dudarlo le arrebataste el cigarro y te lo quedaste, dándole una calada y escupiendo todo el humo en su cara.

Una notoria molestia hizo que el ojo derecho de Andrew temblara.

—Qué valiente para ser un perro —te dijo, acercándose a tu rostro. Su voz sonaba rasposa.

—No me llames perro —dijiste, levantando la voz un poco.

—No me llames Andy —te respondió con una voz incluso más fuerte que la tuya.

—Pensé que te gustaba —dijiste. No entendías por qué se lo tomaba tan mal; Ashley siempre lo llamaba así.

—No me gusta —respondió, girándose para darte la espalda y encendiendo otro cigarro porque el suyo lo tenías tú. No pudiste evitar suspirar ante tal berrinche, pero luego de largos minutos de silencio, decidiste hablar.

—¿Por qué haces eso? —le preguntaste después de darle una calada al cigarro, esperando a que se volteara a verte.

"Tragos amargos" Andrew Graves (BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora