Narra Ian...
Despierto con el dolor punzante de una resaca que podría rivalizar con un concierto de heavy metal en mi cabeza. Tomar después de los treinta no es lo mismo que a los veintitantos. Parpadeo varias veces, intentando enfocar mis ojos en el techo desconocido que se extiende sobre mí. Entonces, me doy cuenta de dónde estoy: la sala de la casa de Rick.
Estoy en la casa de mi hermanastro, con su familia... de vuelta en Estados Unidos y no en mi departamento en Amsterdam con Marjolein, quien fue mi novia por más de tres años.
La vida da giros a cada instante.
El aroma del perfume de Nina me trae de vuelta al momento, aún flota en el aire, o está impregnado en mi propia ropa, y es un recordatorio de la noche anterior.
La fiesta fue un caos típico de universitarios, una casa llena de gente, risas, música y luces parpadeantes, pero por alguna razón todo giró alrededor de Nina. Ella, con su risa contagiosa y esa mirada que tanto cambió con los años y que ahora estoy seguro puede hacer que cualquier hombre se sienta atraído como una mosca. Incluyéndome.Recuerdos de la noche anterior comienzan a filtrarse lentamente, como fragmentos de un rompecabezas que mi mente está decidida a armar. Llegué con Jeremy a la fiesta, pero pronto él se alejó y la vi a ella en la terraza, sola, como si hubiera estado sufriendo en silencio.
No pude frenar mis pies y fui donde Nina, la vi fumar; me sorprendió. Quise quitarle ese jodido cigarrillo de la boca y salvarla de su humo tóxico, pero tuve que ponerlo en mi boca y fantasear con probar sus labios aunque fuera de esa forma.Estuvimos juntos, hablando en ese rincón apartado de la fiesta. La música se había desvanecido ya en el fondo mientras nos sumergíamos en una conversación ligera.
Luego bailamos... y vinieron las miradas, las sensaciones. Tuve que alejarme para calmar mi cabeza, y las respuestas primitivas de mi cuerpo ante los estímulos de ella. Escapé al baño, mojé mi cara y me dije a mi mismo que no podía seguir sintiéndome así. No por mi sobrina. No por esa niña que vi crecer y que luego dejé de ver por años.
Pero de nuevo caí. Y casi la besé después cuando la botella nos apuntó a ambos. Lo sé. Sentí la tensión en el aire entre nosotros, ese tipo de tensión y de atracción que te corta la respiración. Pero en el último momento, en lugar de hacer lo que mi corazón y todo mi ser me gritaban, me detuve y la besé en la frente. Un gesto fraternal, estúpido y cobarde.
La razón fue tan clara como dolorosa: Nina es la hija de mi hermanastro. La mejor amiga de Nina me lo recordó sin tener que pedírselo. Fue como la voz de mi conciencia.
"Ian es el tío de Nina".
No importa lo que sienta por ella ahora, no está bien. Me lo repetí una y otra vez y ahora lo vuelvo a hacer. Me digo que debo alejarme antes de que todo se complique aún más, antes de que ella descubra el caos que causa en mi interior.
Pero es difícil. Me vuelve loco de la mejor y peor manera posible. La sola idea de que ella no pueda corresponder mis sentimientos es un veneno dulce que corre por mis venas. Me levanto lentamente, tratando de ignorar la punzada en mi cabeza y la más profunda en mi pecho.
Debería irme. Debería marcharme de esta casa, de su vida, antes de que sea demasiado tarde. Pero, ¿cómo se supone que uno se pueda alejar de la persona que parece iluminar incluso los días más oscuros? ¿cómo escapar de nuevo si acabo de llegar? Mientras busco mis cosas, una parte de mí ya extraña el estar cerca de ella.
Aun así, sé lo que tengo que hacer. Y, por más que duela, decido que irme al hotel es la mejor opción ahora, antes de que el sol se levante por completo. Pero no puedo evitar echar un último vistazo a la sala y a las escaleras que llevan a su habitación, donde sé que Nina duerme y dónde anoche casi la besé por segunda vez e incluso expresé mi sentir.
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Forbidden [Nian]
FanfictionNina se enamora perdidamente de el hermanastro de su papá, quien ha vuelto desde Holanda después de varios años lejos de casa. Todo en su vida da un giro cuando se reencuentran, y nada vuelve a ser igual cuando los sentimientos mutan para ambos. His...