07. 𝓗𝓮𝓻𝓶𝓸𝓼𝓪

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Narra Ian...

Cuando el beso finalmente se rompe, me quedo quieto, respirando profundamente mientras la realidad vuelve a instalarse entre nosotros. El sabor de Nina aún permanece en mis labios, y su cercanía me deja aturdido, como si hubiera despertado de un sueño que no quería que terminara. Toda esta semana y media estuve soñando despierto con este momento, y ahora al fin ha pasado.

Tal vez lo he decretado, la manifestación es poderosa a veces. O eso decía Marjolein. Mal momento para pensar en mi ex.

Mis ojos buscan los de mi "sobrina", y veo en su mirada el mismo torbellino de emociones que me asola: deseo, confusión, y una chispa de algo que se parece demasiado a la esperanza. Amo a Nina, más de lo que puedo poner en palabras, pero ese amor ha cambiado ahora. Dios, dentro de todo el enredo y caos de sentimientos en mi cabeza, también siento un temor abrumador. Me asusta lo que esto puede llegar a significar para ambos y para nuestro entorno.

—Nina... —comienzo, mi voz ronca y cargada de emociones contradictorias. Quiero decirle que lo siento, que no debí besarla, que fui un idiota; pero sería una mentira, por lo que todas las palabras se quedan atoradas en mi garganta.

No me arrepiento de haberla besado. Ni por un instante. Fue un momento perfecto en su imperfección, pero la realidad es que nuestras vidas son complicadas, y aunque no queramos... ella y yo estamos unidos por lazos familiares. Eso no va a cambiar.

Aún así, necesito ser su apoyo, alguien en quien pueda confiar plenamente, y ya me está desesperando no saber qué problemas enfrentó antes de que yo volviera aquí.

—Sé que esto fue impulsivo —admito, bajando la mirada por un momento antes de encontrarme con sus ojos nuevamente. —Pero no puedo negar lo que siento por ti. Y no quiero que lo que acaba de pasar te haga sentir presionada de ninguna manera.

Veo cómo sus labios se curvan en una pequeña sonrisa, y mi corazón da un vuelco al darme cuenta de cuánto he extrañado ver esa expresión en su rostro.

—No me siento presionada, Ian. De hecho, me gustaría que vayamos a casa —propone con suavidad, y de nuevo siento la necesidad de comprender todo lo que ha ocurrido en su vida en los últimos años para que su semblante parezca tan triste. —Podemos hablar con calma sobre todo, sobre lo que ha pasado.

—Sería genial —digo feliz. —Quiero entenderte y así poder ayudarte, sabes bien que puedes contar conmigo.

Ella asiente, y hay un brillo especial en sus ojos que sugiere que esta idea la alivia. Es un pequeño paso, pero es un importante avance.

—De acuerdo, vamos entonces —responde ella, su voz tranquila. —Oh, pero antes de irnos, necesito recuperar mi diario. Creo que se quedó en la sala donde tuve clases antes —apunta hacia la puerta que hace un rato estuvo apunto de abrir.

—Te esperaré en el estacionamiento.

—Ok, no tardo.

Asiento, observando cómo ella entra a buscar el diario que ha dejado atrás y me dirijo hacia la salida -y también entrada- de la universidad para luego caminar hacia el estacionamiento. Es en ese instante en que quedo solo, que decido que no importa lo que venga, estaré a su lado como sea.

Cuando estoy por llegar a mi motocicleta, escucho la voz de Nina llamándome. Ella viene corriendo con su largo cabello al viento mientras sonríe alegre.

Demonios, es realmente hermosa.

—Ya lo recuperé... —dice agitada cuando llega a mi lado. —Por milagro estaba donde me senté —sonríe y yo asiento.

Forbidden [Nian]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora