09. 𝓞𝓹𝓮𝓷 𝓱𝓮𝓪𝓻𝓽

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La noche se siente inusualmente tranquila, casi como si el universo estuviera conspirando para darnos un respiro. Nadie sospecharía todas las locuras que ocurrieron hoy más temprano. Pero aunque todo parezca calmado ahora, dentro de mí hay un huracán de emociones. Estoy sentada en el sofá de mi sala, compartiendo una pizza con Ian, quien parece demasiado cómodo para alguien que se supone no debería estar aquí. Y, mucho menos, debería estar aquí conmigo. Pero aquí estamos, desafiando lo que parece ser la lógica del mundo.

—¿Estás segura de que no te aburro? —pregunta mi tío, con esa sonrisa juguetona que parece siempre estar al borde de un secreto.

No puedo evitar reír. Es algo irónico, considerando que fue él quien ha estado contando historias sobre sus días en Holanda, sus aventuras en una tierra tan lejana y distinta a la mía. Pero, aunque mi vida haya sido menos emocionante, no puedo negar que me fascina escucharlo. Es como si cada palabra suya tuviera el poder de transportarme a otro lugar.

—Deberías preguntarte si soy yo quien te está aburriendo —le respondo, mirándolo a los ojos, sintiendo esa tensión palpable que flota entre nosotros, algo que hemos intentado ignorar desde el primer momento en que nos besamos hoy.

Su mirada se intensifica, y por un segundo, casi me olvido de respirar.

—Difícilmente podría aburrirme contigo —dice, y puedo sentir cómo sus palabras resuenan en el espacio entre nosotros, cargadas de un significado más profundo del que deberían tener. —Tenemos que ponernos al día por todos los años separados —sonríe.

Tomo un trozo de pizza y lo muerdo, intentando distraerme de la forma en que su voz se desliza por mi piel como una caricia. No debería ser tan fácil estar así, tan cerca. No debería querer acercarme más, pero cada fibra de mi ser me dice lo contrario.

Joder, Ian me está volviendo loca.

—Entonces, dime —empiezo, decidida a desviar la conversación—. ¿Qué es lo que más extrañas de Ámsterdam?

Ian se recuesta un poco en el sofá, como si considerara mi pregunta con seriedad. El ambiente a nuestro alrededor se siente casi íntimo, como si estuviéramos en una burbuja fuera del tiempo.

—Extraño muchas cosas —admite—. Pero creo que lo que más extraño es la libertad que sentía estando allá. Era como si todo fuera posible, como si no hubiera limitaciones.

No puedo evitar sonreír ante eso.

—¿Y qué te hizo volver?

Sus ojos se encuentran con los míos, y durante un segundo, veo algo en su mirada que me deja sin aliento. Es un destello de vulnerabilidad, algo que él usualmente esconde detrás de su humor.

—A veces, incluso la libertad puede volverse una jaula —dice, casi en un susurro—. Y tenía que encontrar algo más, algo que me diera un nuevo propósito. Estuve en una relación con una chica asombrosa por tres años, pero... lo arruiné, y metí la pata al máximo.

Alzo mis cejas sorprendidas. Por supuesto que la ex de Ian no rompió con él sin motivo. Nadie podría estar tan loca para dejarlo así como así sin razón.

—¿Qué hiciste? —digo extrañada.

Ian toma un respiro profundo, como si estuviera preparándose para revivir un recuerdo que preferiría olvidar.

—Me comprometí pensando que eso solucionaría nuestros problemas, pero me arrepentí a último minuto —admite, y sus palabras caen entre nosotros con el peso de una bomba.

Siento un ligero nudo formarse en mi estómago, pero trato de mantener mi expresión neutral, sin dejar que el remolino de emociones en mi interior se note.

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⏰ Última actualización: Aug 15 ⏰

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