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La hora de las entrevistas habían finalizado para Carlos, lo que significaba que había llegado la hora de las de Charles. El castaño estaba un poco ansioso, hasta que se encontró al moreno, quien le dio un beso en la mejilla para tranquilizarlo.

Antes del español irse le guiño el ojo deseándole buena suerte a su casi amigo. ¿A quién podía engañar? Decía toda esa mierda de amigos porque quería hacer las cosas bien y no cagarlas como la última vez.

Ya lo hizo una vez, no quiere que se repita la historia, además las cosas iban demasiado bien entre ellos. Pero Carlos tenía algo pendiente con el número 31.

Caminaba hacia el motor home del número 31 intentando no perder el control de si mismo y golpearlo hasta más no poder, pero luego se decía a si mismo que era mejor que perder el tiempo golpeando a un imbécil como Esteban.

Llegó a donde se encontraba el imbécil de Esteban, quien estaba hablando sonrientemente con algunos trabajadores de Alpine, cuando Esteban vio como Carlos se dirigía a él dejo automáticamente de sonreír.

El español se acerco a el y lo acorralo entre la pared y él, sin poder evitarlo apretaba su mandíbula con enojo.

—¿Qué mierda, Sainz? —dijo el francés sin entender nada. De hecho, nadie de ahí entendía de porque alguien como Carlos hacia en ese lugar y menos detrás de Esteban.

Carlos quería golpearlo hasta más no poder, pero sabía que si lo hacía retrocedería las cosas con Charles y lo más probable es que le pusieran un gran castigo (también era mejor que gastar energías golpeándolo) pero lo que si valía el tiempo de Carlos, era darle una amistosa recomendación.

—Mira pedazo de gillipollas, si te le vuelves acercar a Charles te las verás conmigo —le impuso tan cerca de la cara del otro que ahí mismo podría...

—¿Le preguntaste a él que opina? —pregunto Ocon apartando al español ligeramente al cruzarse de brazos, este sonrió burlonamente. Carlos lo levanto por el cuello de su camiseta y le gruño, rápidamente ya no quedaba rastro de aquella sonrisa burlona que le había dedicado.

—Él no querrá juntarse con...—lo miró de arriba abajo despectivamente con clara señal de asco—, una mierda como tú. No después de que nos separas hace unos años.

—¿Yo que tuve que ver con lo que él destino quería?

—¿El destino? ¡Por ti nosotros terminamos! Por ti comenzó toda esta mierda entre nosotros, solamente porque el bebito quería a alguien que no podía tener. Jugaste sucio al separarnos, pero ¿te funciono realmente?

Esteban le escupió en la cara a Carlos y en esos momentos tenía que tranquilizarse si no alguien terminaría en enfermería y claramente no sería él.

Se quito la saliva con la camiseta de Ocon y luego se la paso por su cara para que probara su propia mierda de saliva.

—Quedas advertido —bramó el moreno hacia el blanquecino—, quien avisa no es un traidor, así que espero que cuides lo que hagas.

Carlos ya se iba cuando el comentario de Esteban lo detuvo a mitad de pasillo de Alpine.

—¡Por maricón, te dejo!

Y mando todo a la mierda. Se giró para romperle esa maldita boca que tenía. Lo empujo tumbándolo en el suelo, pero no le golpeo (aunque por mucho que se lo mereciera no lo haría, no con todo el mundo mirándole).

Carlos se agacho y le dijo: —Tienes suerte, que me importe más él que ensuciarme contigo.

Luego de su amistoso aviso se largó de aquel lugar echando humo.

𝗗𝗲𝘀𝗲𝗼 𝗢𝗰𝘂𝗹𝘁𝗼  || 𝒞𝒽𝒶𝓇𝓁𝑜𝓈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora