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Por años desde que Carlos terminó su relación con Charles tuvo la idea de vender su casa de playa en Mónaco, esa que una vez inicio todo entre ellos.

A pesar del tiempo y el doloroso recuerdo de aquella casa el español jamás la llego a vender, le tenía un aprecio enorme que le impedía dar el paso de dejarla ir. No se podía imaginar a alguien teniendo su casa, caminando por las mismas habitaciones o la misma sala donde hace años donde él y Charles se juraron amor eterno.

Aquella casa había comenzado todo entre ellos. También fue la misma que lo terminó y ahora se erigía en la memoria de todos como un símbolo de lo efímero de la vida y del amor.

A simple vista, la casa parecía ordinaría, una estructura de madera con pintura degastada y ventanas que reflejaban la luz del sol, pero para aquellos que conocían su historia, era mucho más que eso. Era el escenario de risas y lágrimas, de esperanzas y desilusiones, con el sonido constante de las olas como telón de fondo.

Fue en esa misma casa, años después, donde Carlos se estaba armando de valor y proponerle a Charles volver a intentarlo. Darse esa segunda oportunidad que se merecen y en secreto añoran.

Carlos suspira pasando su mano por las paredes, empapándose de todos los recuerdos que la casa contenía y en secreto su corazón aún lloraba un poco por la nostalgia.

Los ecos de las risas de Charles y él en cualquier parte de la casa se sentían como si fuese ayer y no hace años que estuvieron aquí.

Él cocinando y Charles abrazándolo mientras le daba besos tiernos en el cuello, mientras podía ver el reflejo de una sortija en su dedo anular. En secreto fue su sueño hace años, ahora su mayor deseo era que el ojiverde le dijera que si a ellos.

Que estaba dispuesto a olvidar todo y volver a empezar de cero.

Sonrió para si mismo imaginando un si como lo adorara por el resto de su vida. Se dirigió a la cocina reluciente y trago el sabor amargo que por un momento se instaló dentro de él.

Carlos saco el teléfono de su bolsillo trasero y marco aquel numero que fue su consuelo durante estos años.

—¿Carlos? —dijo un Lando sorprendido por la llamada de su mejor amigo, se suponía que él tendría que estar preparando todo para está noche, pero aún así no pudo evitar llamar por un consejo.

—¿Crees que valga la pena? —murmuro con dificultad.

—¿El que?

—Él y yo. ¿Crees que valdrá la pena intentarlo nuevamente con él sabiendo como terminamos la última vez?

Se escucho una maldición al fondo del teléfono de Lando y Carlos supo que había interrumpido el momento del británico y el australiano.

—¿Qué si vale la pena? ¡Jodidamente si! Prefieres quedarte con el ¿Qué hubiese pasado si...? O estar lamentándote por dejar ir a la única persona que has amado. No te aseguro que duren para toda la vida —Lando carraspeo para comprobar si su amigo lo escuchaba y Carlos hizo un leve sonido diciendo "si"—, pero si que lo intentaste y pudiste volver a ser feliz. ¿Así o más claro? No vuelvas a dudarlo, jamás.

—Gracias.

—¿Qué gracias? Son cien dólares por palabra —Lando se rio—. Para los amigos hago descuentos.

—Serás capullo —dice Carlos también para su sorpresa riéndose.

—Sabes que solo bromeo, así que galán arregla eso que tengas planeado y busca a tu hombre, porque si no te lo quitan.

𝗗𝗲𝘀𝗲𝗼 𝗢𝗰𝘂𝗹𝘁𝗼  || 𝒞𝒽𝒶𝓇𝓁𝑜𝓈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora