𝐂𝐀𝐏𝐈́𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐕𝐈

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❛ 𝖠𝗅 𝗆𝖺́𝗑𝗂𝗆𝗈 ❜˚₊‧ ꒰ა ☆ ໒꒱ ‧₊˚ᵗʷ’ ˢᵐᵘᵗ' ˢᵃᵈᶦˢᵐᵒ, ˢᵃⁿᵍʳᵉ

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❛ 𝖠𝗅 𝗆𝖺́𝗑𝗂𝗆𝗈 ❜
˚₊‧ ꒰ა ☆ ໒꒱ ‧₊˚
ᵗʷ’ ˢᵐᵘᵗ' ˢᵃᵈᶦˢᵐᵒ, ˢᵃⁿᵍʳᵉ

El cálido sol se extendió lentamente sobre la carnicería, pintando el cielo de un rojo tan rojo como la tierra manchada de sangre.

Phinks volvió a mirar el faro con los ojos entrecerrados. Chrollo había dicho algo acerca de reunirse allí, pero le costaba recordar por qué se suponía que ese edificio era importante. 

Bien podría ir ahora.

Giró su hombro herido de forma experimental y frunció el ceño. Usar su hatsu ahora estaba fuera de discusión y no es que lo necesitara. Buscó en sus bolsillos, palpando a tientas su teléfono, condones y paquetes de lubricante, y sacó una pequeña bolsita de polvo blanco, deteniéndose con un dedo ensangrentado a medio camino del alijo. 

Phinks refunfuñó para sí mismo y buscó una superficie plana. Caminó hasta el edificio más cercano y rápidamente le rompió el cuello a un cobarde que encontró por allí, empujando su cuerpo sin vida fuera de la silla del escritorio. 

Delgadas líneas blancas rayaban el metal gris; Phinks esnifó la coca rápidamente, inclinando la cabeza hacia atrás con el ceño fruncido mientras el sabor amargo goteaba por su garganta.

El zumbido llegó tan pronto como se levantó, gritó fuerte y se estrelló contra la ventana, riendo para sí mismo sobre la idea de que el vidrio a prueba de balas fuera más débil que sus puños, y aceleró hacia el faro.

Fue una descarga de adrenalina gustosa.

Feitan estaba decidiendo si ya había tenido suficiente de torturar a este nuevo guardia cuando escuchó la voz de Phinks sonar por encima de la carnicería. Se volvió hacia la puerta abierta y tiró de la cabeza del hombre por el pelo. 

Phinks irrumpió en la habitación como un disparo, saltando sobre sus pies con entusiasmo mientras sus ojos se posaban en Feitan. 

—¡Fei!—Phinks gritó corriendo hacia él.

Feitan sonrió y decapitó al hombre, enviando un arco de sangre justo a tiempo para que Phinks saltara a través de él como un aspersor. El rubio se rió a carcajadas y tomó a Feitan en sus brazos y lo besó con avidez, el azabache a su vez jadeó ante el sabor de la sangre, la cocaína y el sudor en la boca de su amante, tirando de él hacia atrás para verlo bien. 

Unas pupilas enormes le devolvieron la mirada. 

—Baichi, ¿tan temprano?

Phinks se rió y lo abrazó con fuerza antes de dejarlo en el suelo y sacar la bolsa de su bolsillo nuevamente.

—¿Quieres un poco?

Feitan asintió y le arrebató la bolsa, miró a su alrededor. Todo parecía demasiado sangriento o demasiado sucio para usarlo, hizo una mueca extraña. 

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