𝐂𝐀𝐏𝐈́𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐈𝐕

71 20 1
                                    

❛ 𝖢𝗈𝗇𝗌𝖾𝗋𝗏𝖺 𝗍𝗎 𝗌𝖺𝗇𝗀𝗋𝖾 ❜˚₊‧ ꒰ა ☆ ໒꒱ ‧₊˚

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

❛ 𝖢𝗈𝗇𝗌𝖾𝗋𝗏𝖺 𝗍𝗎 𝗌𝖺𝗇𝗀𝗋𝖾 ❜
˚₊‧ ꒰ა ☆ ໒꒱ ‧₊˚

Phinks miró fijamente su reflejo irregular en el espejo roto. Ya había vomitado dos veces, pero podía sentir que su estómago todavía intentaba salirse de su lugar.

La porcelana crujió bajo sus dedos y miró hacia abajo, dándose cuenta de que había aplastado parte del fregadero. Unos cuantos trozos se pegaron a la tela que envolvía su mano herida, suspiró y se enjuagó, intentando respirar como normalmente hace. 

Es fácil.

Activar el poder de Feitan no había sido parte de su plan, en absoluto. E incluso se preguntó brevemente si debería haberse quedado y dejar que el transmutador explotara, soportando su parte justa de dolor incluso si lo matara.

No pudo evitar sentir que se lo merecía.

Su reflejo le devolvió el ceño arrugado. Se había quedado en calzoncillos tan pronto como subió las escaleras y colgó su chándal mojado en una silla de metal fuera de la habitación de Franklin. Todos los demás estaban dormidos y no evitó rodar sus ojos, haciendo una mueca, riéndose entre dientes ante la versión distorsionada de sí mismo que encontró frente al espejo.

Parecía un monstruo; sí, ese terminó parecía bastante adecuado en este preciso momento. ¿Pero no era así cómo debería verse? Cualquiera de las arañas tenía ese mote en sus vidas, intentar disipar eso era básicamente imposible.

Alguien llamó a la puerta y Phinks gimió, frustrado. Se envolvió una toalla alrededor de la cintura y se acercó, abriéndola de un tirón. Estaba irritado y quien sea que estuviese ahí, lo mandaría al diablo.  

Shalnark parpadeó sorprendido.

—¿Qué diablos te pasó?

—Que te jodan.

Phinks le cerró la puerta en la cara y abrió la ducha. Ignoró los golpes y las quejas de Shalnark, inclinando la cabeza hacia la corriente hirviente y dejando que su rostro se enrojeciera. El agua le picó en el corte del pecho, pero no podía moverse. 

Repitió su conversación con Feitan una y otra vez en su mente, tratando de señalar el momento en que se había arruinado todo.

Se habían besado, ¿no? Entonces, ¿cómo pudo todo haberse vuelto tan...? Mal, sí, esa era la palabra más adecuada.

¿Fue porque se rio cuando el paraguas lo golpeó? Phinks resopló enfadado y extendió su brazo sin pensar, abriendo un enorme cráter en la pared de la ducha. Las tuberías crujieron y Shalnark derribó la puerta de una patada. 

El rubio mayor no pudo evitar gritar y con rapidez se cubrió, lamentablemente con la mano sangrante.

—¡¿Qué estás haciendo?!

BETTING GAMES⭒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora