QUINCE

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Nada más llegar, le escribo un mensaje

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Nada más llegar, le escribo un mensaje.

Lo siento. ¿Amigos?

Naruto se toma su tiempo para responder, y cuando lo hace, es solo con una palabra.

Amigos

Me viene a la mente el día después de que Shion y Deidara se enrollaran, cuando Shion le dijo que podían seguir siendo amigos. No quiero «seguir siendo amigos» con Naruto después de esto. No del modo falso en que lo son Shion y Deidara.

Me pica la curiosidad saber dónde se ha metido, pero no quiero preguntárselo. De repente, se me pasa por la cabeza la idea de que quizá esté con una chica. Quizá haya acudido a ella para acabar lo que habíamos empezado. El estómago se me revuelve de solo pensarlo, aunque sé que no tengo ningún derecho a estar enfadada.

Envío también un mensaje a mis padres para informarles de que no me encontraba bien y que he decidido regresar a casa. Más tarde, en mitad de la noche, oigo la llave en la cerradura, los susurros silenciosos con los que tratan de no despertarme. Mi madre entreabre la puerta de mi habitación y yo finjo estar dormida.

Me paso todo el sábado en el sofá, regodeándome en mi miseria. Mis padres creen que estoy enferma, así que se dedican a revolotear a mi alrededor, trayéndome tazas de té y platos de tostadas para subirme los ánimos. Y la verdad es que me siento enferma, aunque no del modo en que ellos piensan.

Como he estado postergando mi proyecto final de Historia, decido concentrarme en eso: desparramo los libros sobre la mesita de café y hojeo las páginas, aunque no logro sacar nada en claro. Es difícil concentrarse cuando ya me han admitido en la universidad y mi vida social es bastante más frenética e inmediata.

Trato de leer un capítulo sobre la Media Luna Fértil, algo que suena extrañamente sexual y relevante. De pronto, mi mente viaja a los acontecimientos de la noche pasada y me mareo con los recuerdos que llegan a fogonazos.

Me doy cuenta de que el proyecto no va a ser de gran ayuda y lo sustituyo por Buscadores de casas. Encuentro cierto alivio en el sinsentido de esas parejas felices cuyos problemas más importantes son si pueden permitirse unas encimeras de granito o un dormitorio extra para el gato.

Llevo viéndolo casi cuatro horas cuando finalmente reúno el suficiente coraje para llamar a Naruto. 

No contesta.

Dejo el móvil sobre la mesita y me concentro de nuevo en la tele, aunque no le quito ojo por si vibra. Y de pronto lo hace: una pequeña y rápida sacudida que indica un mensaje. Ansiosa, me abalanzo sobre él e, incomprensiblemente, me siento decepcionada al ver que es Toneri.

TONERI

¿Te haces la difícil?

YO

La Primera VezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora