TRES

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—Ahora que ya soy toda una mujer, me voy a pedir un expreso

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—Ahora que ya soy toda una mujer, me voy a pedir un expreso. Es ese café corto que no lleva ni leche ni azúcar, ¿verdad? —dice Shion mientras conduce el coche camino del Dunkin' Donuts la tarde siguiente a la fiesta.

—Sí, y que sabe a gasolina —contesta Sāra, que está en el asiento del copiloto—. Además, llevas endulzando el café con cinco sacarinas desde el primer año de la escuela. No creo que la magia de la última noche haga desaparecer la costumbre.

Acabamos de pasar toda la mañana limpiando la casa de Naruto: fregando las encimeras, llenando, vaciando y volviendo a llenar el lavavajillas, quitando la nieve del camino de entrada para eliminar las pisadas y las huellas de neumáticos... 

La madre de Naruto está un poco obsesionada con la casa: se refiere a su dormitorio como «el santuario» y pasa tanto tiempo en la tienda de decoración que debe de beneficiarse del descuento para empleados. 

Así que se dará cuenta si algo no está en su sitio. La mañana siguiente a una fiesta siempre se convierte en una terrible experiencia de varias horas de limpieza, eso si eres lo suficientemente legal como para quedarte. Los tipos como Sasori nunca lo hacen.

Le doy vueltas a la idea de que todo será diferente una vez que llegue a Kyoto, que la gente allí es elegante y sostiene las copas de vino con el meñique alzado, que los chicos no se emborrachan con cerveza y que no tratan de escribir sus nombres en la nieve cuando mean. Aunque quizá la gente sea igual en todos los sitios.

Somos las encargadas de tirar la basura y llevamos el coche repleto de bolsas —con botellas vacías y latas de la noche anterior que no podemos dejar como prueba en la casa— que se supone debemos depositar en algún lado. 

Estoy en el asiento de atrás con Sakura, que está un poco pálida, con toda seguridad a causa del tufo que emana de las bolsas de basura. Por desgracia para todas, a Sāra le encantan los conciertos de musicales de anime, así que estamos escuchando una canción de Shingeki no Kyojin , cuyo volumen, para mi gusto, está tres octavas por encima de lo recomendado para el día siguiente a una fiesta.

—Por el amor de Dios, ¿podemos quitar esto?

Shion lleva la mano hacia el aparato pero Sāra se la aparta de un manotazo.

—¡No! «Guren no Yumiya» es sin duda la mejor canción de anime de todos los tiempos. ¿Me estás diciendo que no sientes nada cuando la escuchas?

—Lo que siento es que me quiero morir —responde Shion.

—Cuidado —replica Sāra—. Puedo cambiar a un musical gringo, que tal los Miserables. Y eso sí sería espeluznante.

Sāra ha sido la estrella de todos los musicales de la escuela desde tercero. El año que viene irá a la Universidad de Tokio, con Sakura, y aunque no compartan las mismas asignaturas, la idea de que se paseen juntas por la gran y ultramoderna capital, hace que se me forme un nudo en la garganta si lo pienso mucho rato.

La Primera VezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora