11. Sonreír

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Aquella mañana a Valentina le resultaba imposible dejar de sonreír, hasta se atrevía a tararear sus canciones favoritas, mientras organizaba algunos pedidos para el bar. Si bien la noche anterior no había llegado a nada en concreto con Juliana, le bastaba con saber que sus sentimientos eran correspondidos pues la pelinegra, por más que lo intentó, no pudo negar la existencia de estos y lejos de eso se puso en evidencia con los ardientes besos que compartieron antes de despedirse. Sentía que la sangre en sus venas ardía como nunca en clara señal de que tenerla cerca le era necesario y que debía hacer todo lo posible porque no huyera y demostrarle que podían tener un futuro.

- Hace tiempo no te escuchaba cantar, debe ser que las cosas van muy bien – la voz de Samantha la sorprendió - ¡Buenos días!

- ¡Buenos días! – le respondió con una sonrisa - ¿Cómo estás?

- Un poco celosa por no ser la causa de ese brillo en tus ojos – contestó con la sinceridad que la caracterizaba - ¿Y tú?

- Bien, estaba terminando unos pedidos para la cocina, ¿Qué te pongo?

- Un capuchino y dos tostadas con mantequilla y mermelada de frutos rojos para llevar, por favor – se sentó en uno de los asientos de la barra.

- ¿Hoy no desayunas con nosotros? – le pareció extraño pues cada día lo hacía, era su rutina mañanera.

- No, tengo mucho trabajo y necesito avanzar los pendientes – la ojiazul notó cierto dejo en su voz.

- ¿Te pasa algo? – preguntó y ella negó con la cabeza.

- Solo mucho trabajo – Valentina se giró para pasar su pedido a la cocina y volvió con ella rápidamente – Ayer no pude atender muchos pacientes porque tuve que ir al pueblo vecino a conseguir algo de leña y la cola era enorme, ya sabes por la demanda del invierno.

- Sabes que no es necesario que hagas eso, puedes pedirme ayuda y te las busco en el bosque – comentó.

- Lo sé, pero a veces necesito ser una mujer independiente – bromeó y ambas sonrieron – La verdad es que no quiero seguir así, creo que lo mejor es que la nuestra se convierta en una amistad convencional y no lo que hemos tenido hasta ahora.

- Las amigas también se ayudan, Sam, que no pueda darte lo que quieres en el aspecto romántico no significa que no seas importante para mí y que no esté dispuesta a cualquier cosa por ti – aclaró.

- Y lo aprecio, pero ahora debes centrar tue energías en la chica de la que estás enamorada – la miró fijamente y Valentina no pudo evitar la tristeza en sus ojos. Ella quería a Samantha, era una persona importante que muchas veces había sido su motivación para no irse a otro pueblo – No es reclamo, soy consciente de que nunca vas a corresponderme, nunca has alimentado mis esperanzas o algo así – suspiró y fingió media sonrisa – Quiero que estés feliz, te lo mereces, y para que eso ocurra debes centrar tu atención en la chica que te gusta.

- No lo creo necesario, pero si insistes y eso te hace sentir mejor pues no me queda otra opción que aceptarlo – dijo resignada.

- Gracias, como siempre, eres la mejor – comentó y se puso a revisar algunos mensajes en su móvil hasta que su orden estuvo lista, pagó por sus alimentos y se fue a su consultorio a unas cuadras de allí. Nuestra ojiazul se quedó con muchas preguntas, pero intentó no sobre dimensionar lo ocurrido, a fin de cuentas, tal vez la joven solo quería su espacio y debía respetarlo.

En su apartamento, Juliana leía algunos libros de historia antigua en busca de información sobre su vida pasada. Era algo que hacía cada cierto tiempo, pero que casi siempre terminaba en frustración al no poder encontrar nada que uniera los puntos de las cosas que ya sabía. Provenía de un pueblo gitano con asentamiento en Europa, tenía una familia que fue asesinada por el clan que la convirtió en vampiro, pero que hay de esa cicatriz en su mano. ¿Qué significaba? ¿Por qué Valentina llevaba una igual si ella fue transformada por Farah y pertenencia a otra estirpe?

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⏰ Última actualización: Aug 05 ⏰

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