5. Mucho Tiempo Después.

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Desde hacía tres años, Valentina se había asentado en la pintoresca ciudad de Telluride, al suroeste de Colorado, en las Montañas Rocosas, era el lugar ideal para un ser como ella: alejado de la vorágine de las grandes urbes, frio casi todo el año, clima seco, población mínima. Todos estos factores facilitaban mantener en secreto su naturaleza sobre humana y le permitía llevar una vida tranquila y en sosiego que era todo lo que buscaba. El lugar poseía una belleza inigualable y paisajes de ensueño lo que se transformaba en una fuente, casi infinita, de inspiración para escribir las historias y poemas que tanto amaba. La mayor parte de su tiempo la usaba para regentear su pequeño y acogedor bar, Full Moon, donde servía tragos y comida a los lugareños y turistas esporádicos que asistían en busca de diversión y probar la comida local.

Aunque la ojiazul prefería no entablar lazos afectuosos con nadie, dada su naturaleza inmortal y el sufrimiento que representaba saber que un día partirían y ella continuaría con ese dolor, con la chispeante y divertida Enid no pudo resistirse. Fue la primera persona en darle la bienvenida al pueblo a su llegada y portarse amable con ella, así que cuando compró el negocio de inmediato pensó en ella para ser su empleada y persona de confianza. La joven era tierna, noble y muy disciplinada, los clientes la amaban al igual que sus compañeros en el refugio de animales. Resultaba muy chistoso ver las interacciones entre ambas pues la mayor era huraña, de poco hablar y mínimo contacto físico y la menor era una parlanchina llena de energía y amante de los abrazos. La mayoría de los asistentes fijos al bar se burlaba de la relación entre jefa y empleada.

Conforme pasaba el tiempo, la joven empezó a tener algunas dudas sobre Valentina, más que nada relacionadas a su atípica manera de involucrarse o socializar con los demás. Le parecía raro que, siendo una mujer tan hermosa, no tuviera citas y que se pasara casi todo su tiempo trabajando en el bar o encerrada en su casa. Muchas veces la cuestionó al respecto, pero ella magistralmente la evadía argumentando que no estaba en esa etapa de su vida y que, por ahora, solo quería centrarse en el buen funcionamiento de Full Moon y en avanzar en su carrera como escritora.

La realidad era menos alentadora que esa, ella sabía que no podía relacionarse con nadie, primero, porque nadie despertaba en ella ese tipo de sentimientos y, segundo, porque simplemente era demasiado peligroso. Si bien, a base de mucho esfuerzo, se había logrado insertar en el mundo de los humanos, su naturaleza vampírica estaba ahí, yaciendo en su interior, y amenazando a todos aquellos que estuvieran cerca. Cuando sentía hambre o perdía los estribos se echaba a correr montaña arriba, escalaba por el Monte Wilson, en las áreas boscosas más alejadas, para cazar ciervos, alces y leones de montaña, también conocidos como pumas, estos últimos su presa favorita ya que eran los más difíciles de atrapar debido a sus reflejos y velocidad de hasta 90kmph. Tras ellos gastaba más energía que con el resto de los animales y eso se traducía en una forma más efectiva de liberar su energía y sus instintos sin hacer daño a los humanos. Además, al ser mamíferos carnívoros su sangre tenía más nutrientes que el resto de las especies.

Podía caminar al sol, aunque prefería evitarlo, sin sufrir los mismos efectos que el resto de las criaturas de su tipo gracias a un amuleto que había encontrado a principios de siglo en una antigua iglesia de Praga. Dicho objeto, según la leyenda, estaba bautizado por el primer sacerdote y poseía el poder de la protección absoluta. Su personalidad era seria, solitaria, silenciosa, con ganas de pasar siempre desapercibida, y con un corazón que se negaba a ceder a la oscuridad que intentaba apoderarse de su alma. Cuidaba de sus vecinos, les sonreía cada tanto, era buena con los más pequeños y los mayores, pero siempre autocensurándose y no permitiéndose caer en situaciones o lugares de peligro. Se alejaba de sus posibles detonantes: la sangre humana y la ira. Practicaba meditación constante, escribía, leía y ocupaba su tiempo para mantener su mente despejada.

Pacto de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora