10. Verdades en la cara

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Con cada segundo transcurrido el beso se hacía más intenso, la energía entre ellas era más palpable, cargada de pasión, entrega, deseo. La luz de los relámpagos en el cielo y las descargas eléctricas que se hicieron presentes eran una muestra de la explosión de emociones que se generaban en su interior, aquel contacto intimo y perfecto las marcaria para siempre, las uniría como esa noche junto al río en que se prometieron amor eterno y que ninguna podía recordar. Eso beso sería imborrable como el resplandor que se avistaba en el cielo con cada relámpago y permanecía en la memoria aun después de apagarse. Sus bocas bailaban una danza perfecta mientras sus lenguas se rozaban con movimientos eróticos y sensaciones pecaminosas revoloteaban en sus mentes y sus venas.

No tenían idea de cuánto tiempo había pasado, segundos, minutos, horas, días, pero decidieron cortar el contacto solo porque era necesario poner en palabras lo que pasaba en sus adentros. Estaban perdidas en deseo y sabían que debían controlarlo o aquello terminaría muy mal.

- No creo poder disculparme – reconoció Valentina mirando intensamente el marrón de sus ojos.

- Jamás te pediría que lo hicieras – respondió con sinceridad - ¿Por qué lo hiciste? – pareció una especie de reclamo o así lo sintió la ojiazul.

- No lo hice solo yo, tú también lo deseabas, así que pregúntate a ti misma ¿por qué si sientes lo mismo que yo, te niegas a reconocerlo? – era tiempo de verdades y tocaba decirlas a la cara.

- Solo ha sido un beso – intentó restarle importancia con el ceño a medio fruncir.

- ¿Sí? – ella asintió cruzándose de brazos – Entonces, ¿Por qué tiemblas? ¿Por qué me da la sensación de que tus labios claman porque los bese nuevamente? ¿Por qué tu cuerpo emite este calor intenso y nervioso?

- Eso no es cierto – refutó.

- Que no pueda usar mis poderes en ti no significa que no pueda leer tu mirada y el tono de tu voz – su rostro dibujó media sonrisa y la morena sintió que sus piernas no podrían sostenerla más tiempo. La mujer frente a ella era hermosa, el brillo y encanto en sus ojos resultaba único. Era como un imán que la atraía y del que no podría escapar ni aun empleando todas sus fuerzas. Tomó su rostro con ambas manos y volvió a besarla mientras Valentina anclaba sus manos en sus caderas y la volvía a pegar a su cuerpo. Este contacto fue más corto, pero igual de necesario y urgente.

- Eres tan perfecta que me asustas – reconoció incapaz de abrir los ojos.

- Juls – abrió sus ojos despacio al escuchar esa forma cariñosa de llamarla – Soy igual que tú, una vampira que intenta que su existencia sea menos fútil, vacía y solitaria de lo que es y ha sido desde que desperté aquel maldito día – cada vez que lo recordaba dolía y maldecía ese instante.

- Ese es el problema, o parte de este, quiero decir... no deseo que te acerques a mí solo porque soy como tú o porque me ves como la única forma de escape, una tabla de salvación – huyó su mirada un momento y ella tomó su barbilla con delicadeza.

- Mírame, por favor – pidió con voz suave – Lo que siento por ti desde el día en que te vi por primera vez no se puede comparar con nada, no dejo de pensar en ti, mi cuerpo vibra cuando te tengo cerca, verte es una necesidad, que estés al lado mío me es urgente – hablaba con toda la sinceridad posible – Te sueño, te pienso, dos segundos sin verte y me siento morir – la hizo sonreír levemente.

- No sabes quién soy... - ella la interrumpió.

- ¡Basta de esa excusa! Tenemos todo el tiempo del mundo para que me cuentes quién eres, pero no podemos perder esta oportunidad – acarició su mejilla con el pulgar – Yo no soy un ángel, Juls, también traigo un demonio dentro, también he hecho cosas de las que no estoy orgullosa, pero dejarte pasar por mi vida sin más sería el error más estúpido del mundo – la morena se mantuvo en silencio y ella continuo – No puedo ni quiero obligarte a nada, solo necesito que tengas claro que lo que siento es sincero y que estoy dispuesta a...

Pacto de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora