Las experiencias forjan el carácter de las personas a medida que se viven y alimentan cuán fuertes, débiles o dementes pueden ser en la misma sociedad donde construyen estas experiencias, dejando como resultado para la humanidad personas débiles y traumadas por sus experiencias pasadas, hombres y mujeres fuertes que lograron adaptarse a lo duro de la vida o seres empeñados en vengar y cobrar cada mal experiencia y repetir los buenos momentos. Con todo esto se da inicio a la historia de la niña más hermosa de Londres, misma que llegó a convertirse en la más temible de su tiempo, es la historia de Clara.
Era un hermoso verano londinense y los esposos Charles y Mary Elizabeth Terry Keegan esperaban su tercer hijo y aunque estaban emocionados, sabían que sería duro pues el señor Terry tuvo que despedir a la mayoría de sus ayudantes en su taller de sastrería a causa de una crisis económica por la que pasaba Londres, tan solo los dos amigos más cercanos fueron los que decidieron quedarse en el taller, muy reconocido por cierto gracias al trabajo dedicado y con delicadeza de Charles.
La familia vivía en el Covent Garden, una localidad londinense muy alegre y concurrida. Los esposos conformaban el hogar con sus hijos Anna Mary de tres años y el pequeño Edward Louis de apenas un año. Apenas les alcanzaba con lo poco que se ganaba en la sastrería, aunque el padre de Mary les envíaba de vez en cuando un poco de dinero debido a que esta no pudo dedicarse a ningún trabajo por los pensamientos machistas de la ciudad cuando decidieron vivir allí.
– Espero que esta situación mejore para cuando nazca el bebé – expresó Charles sentado en la cama al finalizar uno de tantos días – Por más que busco y ofrezco mi trabajo no sale nada, pero verás que los sacaré de esta situación prontamente querida mía – continuó.
– Estoy segura de que esto va a mejorar poco a poco Charles – respondió la esposa – Con lo que mi papá nos envía podemos seguir alimentando a los niños y lo que entre de la sastrería se usa para los gastos del hogar.
– Quisiera no estresarme mujer, pero un bebé más es gran responsabilidad, pero es cierto lo que dices. Nada nos falta y hay que agradecer lo poco – añadió con un gran suspiro de conformidad y aceptación el esposo.
– Recuerda lo que nos dice el reverendo Tom, eso de que cada niño trae su sustento. Descansemos mejor que mañana será otro día querido mío – respondió Mary Elizabeth apagando la vela que les iluminaba en las noches.
El hogar de los Terry era humilde, no tenía la gran cantidad de habitaciones ni una gran sala con hermosas vistas, tan solo tenía tres habitaciones, sobrando una para los parientes que visitaran; contiguamente se encontraba el taller de sastrería, separado del hogar por una pared de madera improvisada. Claramente no vivían en un gran hogar, pero si lograba satisfacer las necesidades hasta ese punto, sin mencionar la buena reputación y relaciones sociales que tenían con el reverendo de la localidad, los oficiales, sus amistades y los clientes de la sastrería.
Cierto día, muy de temprano el sacerdote de la parroquia anglicana de la localidad, el reverendo Tom, hombre temeroso y temido por su buen testimonio fue a visitar a la familia con su habitual sotana y la sonrisa que acostumbraba aunque su rostro no era el más dulce que digamos.
– Querida Elizabeth, vengo a traerte gratas noticias a ti y a tu buen esposo – le dijo el reverendo a Mary desde la puerta de la casa.
– Por favor pase y tome asiento reverendo, le ofrezco una taza de café o si desea puede desayunar con nosotros – expresó Mary Elizabeth.
– No te preocupes hija mía, con estos calores no provoca nada caliente, pero si te recibo un vaso de leche fría y un pan si tienes – respondió el reverendo sentándose a la mesa – Mi buen amigo Charles, he recibido noticias de que el nuevo rey, su majestad Jorge V necesita quien le haga los trajes de la realeza a él y a toda la Familia Real. Uno de los heraldos del reino me informó anoche cuando pasaba a dejar su ofrenda y pienso que sería de gran ayuda este trabajo ahora que esta pronto a nacer tu tercer hijo – continuó el reverendo.
– Podría considerar la idea, aunque al tratarse de la corona no creo que me reciban con los otros dos hijos reverendo señor, por otro lado no sería capaz de despedir o dejar tirados a Jhony y a Jasper después que han estado conmigo en esta situación – respondió Charles.
– Mira esto como una situación para salir adelante esposo mío – replicó la señora Terry golpeando la mesa con el plato de los panes. Se sentía un poco cansada de la negatividad de su amado – Por Anna y Edward no te preocupes, a ellos los podemos dejar con tus padres, los míos o con mis amigas. Sé que será algo complicado para mí y más para ellos que están pequeños, pero no estamos para seguir buscando como locos de donde sobrevivir y pues, pienso que tus ayudantes pueden cuidar la casa y seguir en el taller. Mira el lado positivo de las cosas querido.
– Si usted ha venido con esta noticia, reverendo, debe ser porque es una señal de Dios – añadió Charles levantándose de la mesa – En cuanto pase el fin de semana iré al Palacio.
Una vez terminada la conversación el reverendo se levantó de la mesa y se dispuso a marcharse despidiéndose de la criatura en el vientre de Mary Elizabeth, sin saber que esto sería casi traumatizante para él. Al tocar el vientre de la futura madre, sintió como si una daga atravesara su corazón, un dolor tan desgarrador como el sufrido por Cristo, causando que el reverendo no pudiese evitar llorar en ese instante.
Ante la reacción del reverendo, Mary Elizabeth le sujetó de la mano para sentarle mientras que Charles le acercaba una silla.
– Solo me dio emoción este nuevo embarazo – argumentó el reverendo mientras salía del hogar casi corriendo dejando a los Terry con la idea del trabajo en el Palacio Real.
Al llegar a la parroquia, el reverendo quien acostumbraba orar cada que tenía presentimientos y postrado en el altar para tratar de entender lo sucedido tuvo una visión, algo que ya era común en este hombre...
Observo un ángel de Dios bajando a la tierra, era el más hermoso de todos y tenía en su mano derecha una daga y en la mano izquierda tenía una copa de oro derramando sangre. Cuando el ángel tocó tierra se transformó en una hermosa dama vestida de azul, con su cabellera resplandeciente y todos a su alrededor intentaban tenerla, pero ella los asesinaba con la daga uno por uno y recogía su sangre en la copa.
De inmediato se levantó y comprendió que el hijo de los Terry no solo sería una niña, sino que la vida de ese bebé estaría marcada por mucho dolor, tanto para ella como para los demás.
– Que Dios se ampare de esta niña – se dijo el reverendo levantándose y dirigiéndose hacia su habitación para calmarse un poco.
Por su lado, la familia Terry había ido a la plaza y estaban haciendo mercado, en estas, llegó uno de los ayudantes avisando que un cliente importante solicitaba hablar con el dueño de la sastrería.
– Mi buen Charles, no tardes en venir al taller que tenemos visita importante.
Al llegar al taller se dio cuenta de que no era cualquier cliente, pues tenía las vestiduras y el escudo de la realeza, era uno de los heraldos del Rey, quien había escuchado de su fama y solicitaba verle en persona para hablar de negocios. El señor Terry recordó lo que el reverendo le había dicho y se alegró demasiado, pues no era muy común que el Rey mandase a buscar a un trabajador para hablarle de negocios, es algo inusual.
No tardó en cerrar el taller junto a sus compañeros, se despidió de su esposa, la que le deseo suerte y se marchó con los enviados de la corona.
– Vaya que ha sido un día lleno de noticias y de emociones – se decía Charles de camino al Palacio.
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La Chica De La Gabardina Azul
Mystery / ThrillerClara sufre mucho en su niñez y decide tomar venganza de todos esos hombres que de una u otra manera fueron crueles con ella.