Capítulo 3

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A la mañana siguiente, Charles se levantó muy temprano para enviar cartas a los abuelos contándoles acerca del nacimiento de su pequeña Clara, no se hallaba de la dicha y por donde iba recibía felicitaciones y halagos pues ya tan pronto los amigos de la familia habían corrido el rumor de que era la bebé más hermosa de la zona. De regreso a su casa se encontró con Jhony y Jasper, quienes se encontraban a la expectativa sobre la propuesta del rey.

– Mi buen y querido Charles Michael, déjame felicitarte por tu nueva hija, pero en nombre mío y de Jhony queremos saber qué has hablado con Su Majestad porque esta espera nos está consumiendo – expresó Jasper dándole un abrazo y apretón de manos a Charles – ¡Ven con nosotros a casa! Te invitamos un buen café y si te apetecen unos huevos en escabeche también se te conceden pues tu rostro me dice que hay buenas noticias – prosiguió.

Charles aceptó y mientras desayunaban en casa de Jasper les dio a conocer todo lo que había conversado con el rey y la propuesta que le había hecho confiando en su trabajo. A los dos compañeros se les hizo agradable trabajar para la realeza, ya que era no solo un trabajo que daría grandes referencias, sino que el pago sería muy bueno. Sin embargo, el problema era la situación de ellos y de los hijos de Charles.

– ¡Por amor a Dios! – irrumpió la señora María Teresa, esposa de Jasper – ¿Se les hace tan complicado buscar una solución a esto? Ustedes dos pueden seguir trabajando desde el taller mientras que Charles en el palacio puede tomar las medidas, diseñar y hacer algunos cortes. Por otro lado, sé que sería duro para Eliza y para ti, pero a los niños los podrían enviar los abuelos – finalizó.

– Es más que perfecto – respondió Jhony.

Luego de terminar su desayuno el buen señor Charles se dirigió a su hogar pensando en cómo decirle a su esposa todas estas noticias que desconocía, pensando cuál sería la reacción de esta y lo que sus hijos pudiesen salir afectados.

Al llegar a su casa se encontró con su esposa en la mesa desayunando con sus hijos y la visita de Agnes, una amiga más que constantemente ayudaba a Eliza con los deberes del hogar. Era una buena amiga y no tenía más compromisos al ser viuda y haber perdido también un hijo.

– Siéntate y desayunas con nosotros querido mío – añadió la señora Terry dulcemente.

– Tranquila querida, desayuné en casa de María Teresa. Toma asiento, debo contarte muchas cosas que desconoces – respondió Charles sujetando de la mano a su esposa.

Detalladamente Charles le conto a su esposa todo lo que el rey le había propuesto, así como las ideas que surgieron conversando con sus amigos. Le comentó igualmente que iban de camino las cartas a Shaftesbury y Manchester con la noticia del nacimiento de Clara. A todo esto, Mary Elizabeth dirigió la mirada hacia sus hijos asintiendo, haciéndole saber a su esposo que estaba de acuerdo, aunque lo doloroso que esto sería.

Al cabo de un par de días, entre el trabajo duro del taller, el cuidado de los niños y la preocupación por el dinero, se presentó una maravillosa visita que daría amor a los Terry...

– ¿En dónde está la nueva nieta de este pobre viejo? – se escuchó una voz ingresando a la casa.

¡El abuelo Joseph y la abuela Anna habían llegado a casa!

De inmediato, los niños como pudieron se treparon en su abuelo como si se tratase de un árbol, Charles cruzó del taller a la casa y abrazó fuertemente a su madre cuál niño pequeño. La alegría en el lugar era inmensa. No solo había llegado el primero que ayudaría a la familia con este nuevo proyecto de vida, sino que tanto el abuelo Joseph como la abuela Anna eran como unos padres para todos los amigos de la familia, dispuestos siempre a dar buenos y sabios consejos a todos.

La Chica De La Gabardina AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora