La Chica De La Gabardina Azul

Capítulo 6

En la casa de los Terry todo estaba cambiado, ya no era la misma casa de hace años y a pesar de que la visitaban cada dos o tres semanas, la sensación era diferente, sobre todo para los menores.

– Bienvenidos a su hogar – expresó Jasper recibiendo a la familia.

Sin haberle comunicado a Charles, los amigos de este decidieron remodelar el hogar y adaptarlo un poco a los niños que no tenían espacio alguno para divertirse en la casa Terry. Fueron pocos, pero muy concretos los detalles que se cambiaron y añadieron.

– ¡Que hermoso está todo! – exclamó Clara saltando por todo el lugar con su hermano mientras que sus padres ingresaban lentamente las maletas.

Los esposos en parte sentían alivio por la manera en que los niños habían reaccionado, pero por otro lado sabían que esa emoción podría acabar en cualquier instante. Con esa sensación pasaron un par de semanas en el Covent mientras que los pequeños se adaptaban a la vida fuera del palacio para poder partir con los abuelos...

La tan esperada visita a casa de los abuelos era una incógnita para todos: los padres tenían miedo de la reacción de sus otros hijos, de la actitud frente a los menores y cómo sería su relación; los hijos menores se preguntaban cómo serían sus hermanos y que tanto les querrían, anhelaban el abrazo de sus abuelos que no conocían aún; los abuelos deseaban pronto tener en brazos una vez más después de tantos años a Clara y conocer a Eliot y los hermanos mayores esperaban por sus padres después de todo el tiempo que llevaban sin verles. Con todo esto, los Terry partieron a Shaftesbury rumbo a su gran encuentro.

– ¿Crees que seré del agrado de mi hermana? – le cuestionó Clara a su madre de camino al campo – Quiero ser lo más agradable y cercana a ella madre.

– Despreocúpate hija, estoy segura de que llegarán a ser las mejores hermanas – le consoló la madre con un abrazo.

El camino hacia Shaftesbury era de un día aproximadamente, por lo que muchos pensamientos se llegaban a la mente de los padres especialmente, mientras que los niños ilusionados imaginaban a sus hermanos. Al final, el viaje dio sus frutos y el pequeño Eliot quedó dormido en piernas de su madre mientras que Clara disfrutaba del paisaje con su padre que, al cabo, tenía años que no visitaba a sus padres.

La niña, nuevamente con la inocencia que le caracterizaba cuestionó a sus padres sobre cómo sería recibida por sus abuelos y hermanos a lo que el padre le respondió con unas palabras diferentes. Le hizo saber que ella era como una rosa hermosa que todos quisieran tener cerca para adornar sus vidas, pero la pequeña recordó el suceso que había tenido la última noche en el palacio y prefirió no hacer más preguntas, más bien se recostó en su padre y fingió dormir.

Pasadas unas horas y entrada la noche, los padres despertaron a sus hijos anunciando la llegada a su destino, emocionados estos dieron un salto y esperaron para bajar del coche y conocer a todos. Sin duda era una gran emoción por donde se mirase y más cuando recordaban las razones de esta separación.

Con presura bajaron del coche, observaron a la distancia y divisaron una hermosa casa adornada con flores y arbustos colgantes, Charles se remitió a su infancia de inmediato. Por las ventanas observaron a los abuelos que compartían la cena entre risas con dos jovencitos de cabello rojizo y de buen semblante... Mary Elizabeth supo que eran sus hijos y soltó una lágrima mientras una gran sonrisa se dibujaba en su rostro.

– Esos muchachitos se parecen a mí – lanzó la expresión Clara – Ellos son mis hermanos, díganme que estoy en lo cierto.

– Así es Clara, ellos son Anna y Edward junto a tus abuelos – respondió Charles llorando de la emoción.

Desde la casa, la abuela Anna vio por la ventana las personas que les observaban y les reconoció...

– ¡Hijo mío! – exclamó dejando todo tirado para correr hacia afuera.

Los demás decidieron ir detrás de la abuela sin saber lo que había visto, pero al salir se fijaron que la persona a la que abrazaba no era cualquiera, era Charles y su familia.