𝐅𝐚𝐭𝐞𝐂𝐥𝐨𝐯𝐞𝐫 (𝐓𝐫𝐚𝐝𝐮𝐜𝐢𝐝𝐨)

Capítulo 8

NOTA DEL AUTOR: Esta es la tercera reescritura de este capítulo. No es mi mejor trabajo, pero sentí que era necesario publicarlo, ¡solo para poder seguir adelante y reenfocar mis esfuerzos para un próximo capítulo mejor y más sólido! Además, no es una versión beta y la revisión gramatical es algo superficial, así que prepárense para algunos problemas.

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No había muchas cosas que pudieran impulsar a Mereoleona a actuar. Siempre estaba en movimiento, siempre ansiosa por pelear, pero que alguien la obligara a hacer algo que no estuviera ya a punto de hacer era imposible. Imposible, salvo una cosa.

—¡MIERDA, DÉJAME ATRÁS CON ESE CABRÓN, NO PUEDE HABER LLEGADO TAN LEJOS! —rugió.

Los magos del Rey Mago temblaron ante el calor crudo que emanaba de ella, y también se cagaron en los pantalones en las grietas de sus escritorios de madera. Eran los guardianes de una pequeña cárcel construida precisamente en el centro de la ciudad. En las profundidades de su pequeña prisión era donde guardaban a los prisioneros más seguros por los crímenes más atroces. ¿En este caso? El traidor del Reino, el que permitió el ataque a su ciudad. El que orquestó el mismo ataque que había dejado al hermano de Mereoleona en coma. Su única gracia salvadora era el hombre que la sujetaba firmemente, aunque con cierta dificultad.

—¡Mereoleona, no puedes simplemente arrasar por toda la ciudad!

Su codo le dio un puñetazo en la cara y se fue, saliendo a toda velocidad de la prisión. Sin embargo, antes de que pudiera llegar demasiado lejos, quedó atrapada dentro de una esfera Chrono, cortesía del Rey Mago. Sin embargo, por la forma en que su frente comenzó a sudar, esta no fue una tarea fácil. Todo esto se hizo en poco tiempo. Mereoleona se había enterado del prisionero no unas horas antes de un contacto interno que tenía su familia. Había empacado su sesión de entrenamiento y enviado a todos a casa a través de un portal. Esperaba que el pequeño imbécil estuviera encerrado y esperándola, ¡PERO NO! ¿LOS IDIOTAS PERDIERON AL MALDITO IMBÉCIL ORCA MORADA? Todo esto en cuestión de horas. Así que, comprensiblemente, estaba enojada.

—Se escapó hace horas —admitió Julius.

La habitación quedó en un silencio sepulcral cuando Mereoleona fue liberada del sello. Volteó sus ojos rabiosos hacia Julius y, por primera vez en mucho tiempo, el Rey Mago sintió miedo.

—...¡eres un idiota, lo sabes!

—B-bueno —tartamudeó un poco—, ¡puedo compensarte! También tiene una orden de matar en el acto.

Mereoleona sonrió.

—Bien, bien.

Ella miró hacia delante con lascivia y entrecerró los ojos.

—Ese grupo de trabajo del que estabas hablando. Todavía estás diseñando cómo seleccionar a los miembros, ¿no?

Parpadeó y asintió.

—Bien, pisa los pies de ese rey de los pañales y deja que Archer participe. Él aprobará con gran éxito y vendrá conmigo a arrasar dondequiera que estén esos perdedores.

Ah, eso. Archer recordó haber oído algo sobre eso, sobre cómo a él y a algunos otros reclutas nuevos se les prohibió participar en el proceso de selección. No es que importara, Archer los iba a seguir de todos modos. Por eso era tan extraño que Mereoleona insistiera en que él fuera parte del proceso de selección. Ella siempre era así, queriendo que él estuviera involucrado e incluido. Archer, sin embargo, estaba comenzando en un solo espacio en un pasillo, la forma en que el espacio se sentía extraño era... familiar. Se volvió hacia Julius, habiendo sentido al hombre mintiendo desde que llegó aquí. Políticamente esto era estúpido, pero francamente no le importaba mucho la política para empezar. Julius debe haber sentido lo que estaba a punto de suceder, porque sus ojos se resignaron.