Con el tiempo, San comenzó a abrirse más. La vida que antes se le había presentado como un laberinto oscuro y solitario empezó a revelar pequeños destellos de luz, gracias en gran parte a la presencia constante y amorosa de Wooyoung. Fue Wooyoung quien le sugirió que considerara unirse a un grupo de apoyo para personas con discapacidades, un lugar donde San podría compartir su historia y, tal vez, encontrar un sentido de comunidad que tanto había anhelado.
Al principio, San se mostró reticente. La idea de compartir sus pensamientos y sentimientos más profundos con extraños le resultaba abrumadora. Sin embargo, después de mucho ánimo y paciencia por parte de Wooyoung, finalmente decidió intentarlo.
El primer día que asistió al grupo de apoyo, San sintió un nudo en el estómago. Acompañado por Wooyoung, San se encontró en una sala llena de personas que, al igual que él, estaban enfrentando sus propios desafíos. Podía escuchar el murmullo de conversaciones a su alrededor, las risas suaves, y el crujir de las sillas cuando la gente se acomodaba. Aunque no podía ver los rostros de quienes estaban allí, podía sentir una atmósfera de comprensión y aceptación que le dio un poco de valor.
—Estoy aquí contigo, amor. No estás solo —le susurró Wooyoung, apretando suavemente su mano antes de guiarlo hacia una silla vacía.
San se sentó y respiró hondo, tratando de calmar los nervios que le recorrían. El líder del grupo, una mujer con una voz cálida y acogedora, comenzó a hablar, dándole la bienvenida a todos y alentándolos a compartir sus experiencias. Uno a uno, los miembros comenzaron a hablar, compartiendo sus historias de lucha, superación y esperanza.
Cuando llegó el turno de San, sintió un ligero temblor en sus manos. No estaba acostumbrado a hablar de sí mismo de esa manera, pero sabía que este era un paso importante en su proceso de sanación.
—Hola, soy San —comenzó, su voz apenas un susurro, pero lo suficientemente fuerte como para ser escuchado—. He sido ciego desde hace algunos años, y… honestamente, ha sido difícil. Siempre he sentido que esta discapacidad es una carga, algo que me define por completo. Pero… desde que conocí a Wooyoung, mi pareja actualmente, he empezado a ver las cosas de manera diferente. Él me ha mostrado que no soy solo mi discapacidad, que hay más en mí de lo que yo mismo me permitía ver.
El grupo permaneció en silencio mientras San hablaba, escuchando con atención. San continuó, su voz ganando fuerza a medida que las palabras fluían.
—Pero aún hay días en los que me siento… atrapado en la oscuridad. No por la falta de visión, sino por el miedo, por las inseguridades que a veces se apoderan de mí. Sin embargo, estar aquí, escuchando sus historias, me hace darme cuenta de que no estoy solo en esto. Que todos estamos luchando nuestras propias batallas, y que está bien ser vulnerable. Así que gracias por escucharme.
Hubo un momento de silencio después de que San terminó de hablar, seguido de un murmullo de apoyo y aprobación por parte del grupo. Wooyoung apretó su mano con fuerza, su gesto silencioso hablaba más que cualquier palabra. San se sintió aliviado, como si una carga que había estado cargando durante años hubiera comenzado a aliviarse.
Las semanas pasaron, y San continuó asistiendo al grupo de apoyo. Con cada sesión, se abrió más, compartiendo no solo sus miedos y dudas, sino también los pequeños triunfos que lograba en su día a día. Aprendió a enfrentar sus miedos con más valentía y a valorar su vida tal como era. Comprendió que su discapacidad no lo definía, sino que era solo una parte de su identidad, una parte que estaba aprendiendo a aceptar.
Wooyoung siempre estaba a su lado, apoyándolo incondicionalmente. Se quedaba en la sala durante las reuniones, esperando pacientemente a que San terminara. Siempre le ofrecía una palabra de aliento o una sonrisa cuando salían de la reunión.
—Estoy tan orgulloso de ti, amor —le decía Wooyoung mientras le plantaba un beso en los belfos y caminaban de regreso a casa—. Ver cómo te abres y compartes tu historia es increíble. Eres mucho más fuerte de lo que piensas.
San encontraba consuelo en esas palabras. Sabía que su amor por Wooyoung era recíproco y que juntos podían enfrentar cualquier desafío. Era un sentimiento nuevo para él, la seguridad de que no tenía que enfrentar el mundo solo, de que podía ser vulnerable y auténtico sin temor a ser rechazado.
Sin embargo, la vida siempre tiene sus giros inesperados. Un día, mientras disfrutaban de un tranquilo desayuno en su apartamento, Wooyoung recibió una llamada que cambiaría todo. San estaba en la cocina, sintiendo la textura del pan que estaba a punto de tostar, cuando escuchó el tono serio en la voz de Wooyoung al contestar el teléfono. Aunque no podía ver la expresión de Wooyoung, el silencio que siguió después de que la llamada terminó le indicó que algo estaba mal.
—¿Todo bien, Bebé? —preguntó San, dejando el pan sobre la encimera y acercándose a donde estaba Wooyoung.
Wooyoung tardó unos segundos en responder, como si estuviera procesando la noticia que acababa de recibir.
—San, necesito hablar contigo sobre algo —dijo finalmente, su voz suave pero cargada de preocupación.
San se tensó al escuchar que Wooyoung no le habia llamado por algún apodo bonito como solía hacerlo normalmente, sintiendo cómo un nudo se formaba en su estómago.
—Dime bebé… ¿qué pasa? —preguntó, tratando de mantener la calma.
Wooyoung tomó las manos de San y lo guió hacia la sala de estar, donde ambos se sentaron en el sofá. San podía sentir la tensión en el aire, lo que hizo que su ansiedad aumentara.
—Acabo de recibir una oferta, amor —comenzó Wooyoung—. Es para unirme a un programa de fotografía en una ciudad lejana. Es una oportunidad increíble, algo que siempre he soñado. Pero… —Wooyoung hizo una pausa, su voz temblando ligeramente—. Significa que tendría que mudarme por un tiempo. No sé cuánto, pero podría ser mucho tiempo.
La noticia cayó como un balde de agua fría sobre San. La idea de perder a Wooyoung, de enfrentar la soledad nuevamente, lo llenó de pánico. Su mente comenzó a correr, imaginando un futuro sin la presencia constante y reconfortante de Wooyoung. El silencio entre ellos se prolongó, y San sintió que las palabras se atascaban en su garganta.
—Bebé… —empezó San, su voz quebrada por la noticia—. No quiero que te vayas.
Wooyoung lo abrazó, sintiendo cómo San temblaba ligeramente en sus brazos.
—Cariño, no quiero dejarte, mi vida. Pero también sé que esta es una oportunidad que podría cambiar mi vida… nuestra vida. Podemos encontrar la manera de hacerlo funcionar, podemos llamarnos todos los días, escribirnos. Yo… —Wooyoung hizo una pausa, sabiendo que ninguna palabra podría aliviar por completo el miedo que San sentía—. No quiero que sientas que estoy eligiendo esto sobre ti. Porque tú eres lo más importante para mí.
San apretó los ojos, tratando de contener las lágrimas. Sabía que no podía pedirle a Wooyoung que renunciara a algo tan importante para él, pero la idea de quedarse solo, sin la persona que se había convertido en su ancla, lo aterrorizaba.
—Entiendo, Wooyoung. Entiendo que es importante para ti… —dijo San finalmente, su voz llena de dolor—. Y no quiero ser el obstáculo en tu camino. Pero… no sé cómo voy a manejar esto.
Wooyoung acarició el cabello de San, su corazón roto al verlo tan vulnerable.
—Amor, lo superaremos juntos. Encontraremos una manera. No tienes que enfrentarlo solo. Estoy aquí, siempre estaré aquí, incluso si estamos a kilómetros de distancia.
San asintió, aunque el miedo no desapareció del todo. En ese momento, ambos sabían que su relación estaba a punto de ser puesta a prueba de una manera que nunca habían imaginado. Pero también sabían que el amor que compartían era fuerte, y que, a pesar de los desafíos que enfrentaban, estaban dispuestos a luchar por su futuro juntos.
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Ay no ya empecé a llorar
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A través de la oscuridad - WOOSAN
RomanceSan tiene un accidente y pierde la vista haciendo que pierda la ilusión por vivir pero Wooyoung le ayuda en sus problemas y le acompaña durante los momento más duros.