La noche era un espectáculo de luces y sonidos en la mansión Coughlan. La alta sociedad londinense se había congregado para la gran velada del año: el baile organizado por el Conde de Coughlan. Las damas vestían sus mejores galas, y los caballeros se paseaban con aire altivo, cada uno buscando impresionar o asegurarse una conexión ventajosa.Lady Nicola Coughlan, hija única del Conde, destacaba entre la multitud. Su vestido de seda azul cobalto brillaba bajo la luz de los candelabros, y su cabello rubio recogido en un elegante moño la hacía parecer una figura etérea. A pesar de las miradas admirativas que la seguían, Nicola se sentía atrapada en un mundo que no la entendía. Sonreía, como era su deber, pero su mente volaba lejos de la ostentación y las formalidades vacías.
Lord Luke Newton observaba todo desde una esquina de la sala, con su habitual aire de misterio. A pesar de su título, Luke nunca había sido parte de este mundo por elección. Su oscura melena contrastaba con el brillo dorado del entorno, y sus ojos, tan intensos como el océano en una tormenta, estaban fijos en una figura específica: Lady Nicola. No era la primera vez que la veía, pero había algo en su porte y en la melancolía de su mirada que lo intrigaba profundamente.
Nicola, por su parte, había notado la presencia de Luke. Había escuchado rumores sobre él: un noble con un pasado turbio, cuya familia había caído en desgracia antes de que él lograra restaurar su nombre. Había algo en su aura que lo distinguía de los demás caballeros, algo peligroso pero innegablemente atractivo.
Finalmente, el momento llegó. Los invitados se dispersaron para iniciar la danza, y Luke, con una confianza natural, se acercó a Nicola. Ella, sorprendida, levantó la vista, encontrando sus ojos por primera vez.
-Lady Nicola, -dijo Luke con una ligera inclinación-, me preguntaba si me concedería este baile.
Nicola titubeó un instante, pero algo en su interior la impulsó a aceptar. Con un leve asentimiento, colocó su mano en la de Luke, sintiendo un leve escalofrío recorrer su espalda. No era un simple baile. Había algo en la manera en que él la miraba, como si pudiera ver más allá de su fachada perfecta.
La música comenzó, y ambos se dejaron llevar por el ritmo. A medida que giraban por la pista, sus cuerpos parecían comunicarse sin necesidad de palabras. La tensión en el aire era palpable, y Nicola sentía que el mundo se desvanecía a su alrededor, dejándolos a ellos dos como los únicos habitantes de un universo de susurros y miradas cargadas de significado.
-No esperaba menos de la hija del Conde Coughlan, -murmuró Luke, apenas rompiendo el silencio.
Nicola lo miró, intentando descifrar el tono de su voz, pero solo encontró una chispa de diversión en sus ojos.
-¿Y qué esperabais, Lord Newton? -respondió ella, arqueando una ceja con un toque de picardía.
-Algo más... predecible, quizás, -respondió Luke-.Pero vos, Lady Nicola, sois todo menos predecible.
Nicola sintió un calor ascender por su cuello. No estaba acostumbrada a este tipo de atención, especialmente de un hombre que parecía entenderla tan bien sin apenas conocerla.
La conversación continuó, llena de ingenio y sutiles insinuaciones, mientras la música los envolvía.Cuando la última nota resonó en la sala y el baile llegó a su fin, ambos se detuvieron, enfrentándose en medio de la pista. Nicola sabía que algo había cambiado dentro de ella, algo que no podía ignorar. Mientras se apartaban, ambos sabían que ese encuentro no sería el último.

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Entre secretos y susurros
RomanceEn la opulenta alta sociedad de la Regencia, Lady Nicola Coughlan y Lord Luke Newton descubren una atracción irresistible desde su primer encuentro. Mientras su amor florece, deben enfrentar la crítica social, secretos familiares y un desgarrador do...