Entre secretos y susurros

8.Promesas en la Oscuridad

Las tensiones entre Nicola y Luke continuaron creciendo a medida que la presión social y familiar los empujaba al límite. A pesar de los desafíos, sus sentimientos mutuos se fortalecieron, y ambos comenzaron a darse cuenta de que, si deseaban estar juntos, tendrían que tomar decisiones valientes y definitivas.

Una tarde, Luke decidió que era el momento de actuar. Sabía que no podía esperar más; su amor por Nicola no podía seguir ocultándose en las sombras de la alta sociedad ni en las dudas de sus familias. Tenía que hacerle saber a Nicola, y al mundo, cuán serio era sobre su relación.

Luke organizó un paseo a caballo en las afueras de la ciudad, lejos de las miradas indiscretas y las habladurías. El paisaje era impresionante: enormes colinas, un cielo azul claro y la brisa que llevaba consigo el aroma de las flores silvestres. Allí, en la soledad de la naturaleza, Luke sentía que podían ser ellos mismos, sin presiones ni juicios.

Nicola aceptó la invitación, aunque no podía evitar preguntarse qué tenía en mente Luke. Cuando llegaron al lugar, Luke la condujo a un pequeño lago en medio del bosque, donde había preparado un pequeño picnic. El ambiente era perfecto, pero la seriedad en el rostro de Luke indicaba que algo importante estaba por suceder.

-Nicola, -comenzó Luke después de unos momentos de silencio-, sé que hemos pasado por muchas cosas últimamente. La presión, los rumores... todo ha sido abrumador. Pero, a pesar de todo, no puedo imaginar mi vida sin ti.

Nicola lo miró, sintiendo que su corazón comenzaba a latir más rápido. Las palabras de Luke eran profundas, cargadas de una sinceridad que la conmovía.

-Luke, yo... -empezó a decir, pero él la interrumpió, tomando sus manos entre las suyas.

-Déjame terminar, -dijo él suavemente, con una leve sonrisa-. Nicola, no puedo seguir pretendiendo que lo nuestro es algo pasajero. No puedo seguir escondiéndome, ni de tí, ni de los demás. Lo que siento por tí es real, y estoy dispuesto a luchar por ello, a enfrentar cualquier cosa que venga.

Nicola sintió sus ojos llenarse de lágrimas, conmovida por la determinación de Luke. No podía negar que compartía sus sentimientos, que lo que tenían era especial, único.

-Luke, yo también siento lo mismo, -susurró-. Estoy dispuesta a enfrentar lo que sea, siempre que estemos juntos.

Luke asintió, como si las palabras de Nicola confirmaran lo que él ya sabía en su corazón. Lentamente, se arrodilló ante ella, sacando un pequeño estuche de su bolsillo. Al abrirlo, reveló un anillo de compromiso, sencillo pero hermoso, con una piedra que brillaba como sus ojos.

-Nicola Coughlan, -dijo Luke con voz firme-, ¿harías honor a mi vida casándote conmigo? Prometo amarte y protegerte, sin importar lo que venga.

Nicola sintió que el tiempo se detenía. Su corazón palpitaba con fuerza, y una mezcla de emociones la invadió, alegría, miedo, esperanza. Pero sobre todo, sentía amor, un amor profundo por el hombre que estaba ante ella, dispuesto a desafiar el mundo por estar a su lado.

-Sí, Luke, claro que acepto, -dijo con una sonrisa radiante-. Sí, me casaré contigo.

Luke se levantó, colocándole el anillo en el dedo con manos ligeramente temblorosas. Al hacerlo, la atrajo hacia él, abrazándola con fuerza mientras sus labios se encontraban en un beso apasionado. El beso selló no solo su compromiso, sino también su determinación de enfrentar juntos cualquier desafío.

El resto del día lo pasaron juntos, disfrutando de la compañía del otro y del paisaje que los rodeaba. Habían dado un paso crucial, uno que cambiaría sus vidas para siempre. Sin embargo, ambos sabían que el camino hacia su boda no sería fácil. Las familias y la sociedad tendrían que ser convencidas, y seguramente habría más pruebas por delante.

Pero por primera vez, Luke y Nicola sentían que podían enfrentarlo todo, siempre y cuando estuvieran juntos. Y con el compromiso sellado, su amor estaba listo para ser proclamado al mundo, sin más secretos ni susurros.