capitulo 11

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      - E.. e.... esta san... san... sangrando, maestre. ¡Venga que esta sangrando! - Grita Shaenys asustada, sosteniendo a Rhaenyra.

     - Tranquila princesa, todo esta bien, eso quiere decir que el bebe va a salir. - La tranquiliza Gerardys. Pero Shaenys se encontraba aterrada, su corazón latía con la fuerza de mil caballos galopando, su cuerpo sudaba sin parar, su respiración era errática y superficial.

     Gerardys se acerca a Rhaenyra para controlarla. Levanta un poco el camisón y mete la mano entre sus pierna, pero enseguida Shaenys lo detiene.

     - ¡¿Pero que cree que hace?!! - Le grita tomando la mano del maestre. 

      - Princesa, necesito palpar a su esposa, para saber si esta lista para empezar a alumbrar. - Le explica Gerardys con tranquilidad.

     - ¿Co.. como e.. e. es eso? - Pregunta la menor. - ¿No se... no se supone que..  que... que ya viene?

     - El niño quiere salir, pero si su esposa no esta todavía en condiciones, el niño no saldrá. ¿Me permite hacerlo? - Le pregunta, despues de responderle su pregunta.

     - Shae... agg... ufff, es su trabajo... déjalo hacerlo.. confía en el... si. Agg... No es necesario que te quedes. - Le dice Rhaenyra apretando su mano.

     - YO... YO... - Dice Shaenys negando con la cabeza y llorando.

     - Voy a estar bien... es normal esto.... tranquila. - Le habla la heredera con una sonrisa tratando de transmitirle tranquilidad. Pero la menor tiene miedo de dejarla sola, y al mismo tiempo le asusta estar ahí. Se acomoda detrás de su esposa en la cama, haciéndole de apoyo y  sostiene ambas manos de la mayor.

     - Muy bien princesa, yo le diré cada cosa que haré, para que usted se quede tranquila. - Le dice Gerardys a la menor, Shaenys asiente con la cabeza. - Bien primero hay que ver cuanta dilatación tiene la princesa. Si todavía no esta bien dilatada, eso quiere decir que no esta lista ¿Bien?

     - Bien.

     Así el maestre procede a controlar a la reina, una ver termina dice que todavía falta, no hay dilatación. 

     Las horas pasaban de forma lenta para Shaenys, sus nervios aumentaban con cada grito que salia de Rhaenyra. Sus manos dolían al ser apretadas con tanta fuerza por su esposa, con cada contracción que tiene. A medida que pasa el tiempo, las contracciones son más seguidas, asustando más a Shaenys. Gerardys vuelve a revisarla, más todavía le falta dilatación.

     Los rayos de sol entraban por grandes ventanales de la habitación, Shaenys tenia los ojos rojos, hinchados, con ojeras, y les ardían. Las lagrimas ya no caen por ellos. Su respiración, aunque seguía siendo superficial, era más pausada. Ya no sentía los dedos de su mano, y lo que escuchaba, eran los horribles gritos de su esposa, que resonaban por todos los pasillos del castillos.

     Shaenys sentía su estomago revuelto, estaba mareada, veía borroso, y un pitido aturdía sus oídos.

     El sol se encontraba en lo más alto, indicando que ya era medio día, cuando el maestre notificó que la princesa Rhaenyra ya estaba lista para empezar a dar a luz. Le pido a Shaenys que bajara de la cama, para que su esposa se pudiera acomodar mejor. Una vez hecho, la partera se colocó entre las piernas de la futura reina y dio la orden.

     - Muy bien princesa, puje.

     - Ahhhhhhh... agggggg.

     - Una más, puje.

     - Agggggg ahhhhh.

     Así seguían, la partera le decía que puje, y Rhaenyra gritaba con todas sus fuerzas empujando a su hijo, para que saliera. Shaenys se escondió en un rincón de la habitación, con sus piernas flexionadas, pegadas a su pecho, cubriéndose los oídos para no escuchar a su esposa gritar, las lágrimas caían de sus ojos sin frenos, mientras los tenía cerrados con fuerza, se balanceaba de adelante hacia atras, quería que todo terminara ya. Al abrir los ojos y mirar hacia la cama, podía ver el gran charco de sangre que manchaban las sabanas, y vacio su estómago por completo. Su presión bajó repentinamente, y su visión se volvió completamente negra, el aire no le entraba a los pulmones, y ya no sentía su corazón latir.

     En un momento los gritos de Rhaenyra pararon, siendo reemplazados por el llanto de un bebé. Cuando el maestre y Elinda giraron para avisarle a la princesa, que tuvo un varón, encontraron a Shaenys totalmente perturbada en una esquina, con ataque de pánico muy fuerte. Rápidamente Gerardys se acerca a ella para tratar de calmarla, pero cuando llega, la joven se desmaya.

     Rhaenyra se asusta al ver a su esposa tirada en el suelo, y trata de levantarse.

     - Princesa quédese ahí, ellos tratarán a su esposa. - Le dice la partera, mientras toma al niño y corta el cordón umbilical. Una nueva contracción llega, y con un poco fuerza, expulsa la placenta. Luego las doncellas se encargan de limpiar a la princesa heredera, mientras otras se encargan de limpiar al bebé, otras de cambiar las sábanas de la cama, y Gerardys junto a Elinda, de atender a la princes consorte.

     Cuando todos terminan sus tareas, recuerdan a Rhaenyra, junto al bebé en la cama, a su lado acuestan a Shaenys, quien se encontraba completamente pálida.

     - Puse sal bajo su lengua. Su presión bajó mucho. El parto realmente la asustó. Ahora dormirá un momento y cuando despierte estará mejor. - Le dice Gerardys a Rhaenyra, quien miraba a su esposa con preocupación.

     - No debí dejar que estuviera presente. Fue mucho para ella. - Se recriminaba la mayor con culpa.

     - Aunque tuviera miedo, ella no la hubiera dejado sola. Es normal para los hombres y mujeres como su esposa asustarse o desmayarse en estas situaciones. El ver sufrir a una mujer y no poder hacer nada para aliviar su dolor, los altera y asusta. Quédese tranquila, no es su culpa, mi señora. - Le dice el maestre.

     - Gracias Gerardys.

     - Descanse. Nosotros cuidamos a los principes.

     Después de eso el maestre se va, dejando a las princesas y el nuevo príncipes dormir.

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