26 | la obra y la propuesta.

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Sus labios finalmente unidos en un beso que parecía haber estado esperando toda una vida. La calidez del momento los envolvía, y el mundo a su alrededor se desvanecía en un suave murmullo.

El beso comenzó suave, exploratorio, pero rápidamente se intensificó, lleno de anhelos reprimidos. Las manos de Hyunjin se deslizaron por la cintura de Jeongin, mientras este último se aferraba a su pecho, sintiendo el latido acelerado de su corazón. Era como si cada segundo que habían pasado separados se evaporara en ese instante.

Jeongin se dejó llevar, sintiendo cómo su cuerpo se estremecía al contacto. Una vez allí, Hyunjin lo recostó suavemente sobre la camilla, sus miradas entrelazadas en un juego de deseo y vulnerabilidad.

Sin embargo, en medio de las emociones, Jeongin sintió una oleada de duda. Con un esfuerzo, colocó sus manos en el pecho de Hyunjin y lo separó ligeramente.

—No puedo… —susurró, sintiéndose abrumado—. Lo siento.

Hyunjin se quedó quieto por un momento, su mirada reflejando sorpresa y comprensión. Asintió lentamente, como si entendiera el conflicto interno que estaba atravesando Jeongin.

Con un gesto delicado, se alejó un poco, dejando espacio entre ellos. La distancia física era pequeña, pero emocionalmente parecía abrumadora. Jeongin sintió cómo la tristeza comenzaba a apoderarse de él; había deseado ese momento durante tanto tiempo y ahora, por miedo, lo dejaba escapar.

Jeongin asintió, sintiendo una mezcla de gratitud y dolor en su pecho. La conexión entre ellos seguía ahí, inquebrantable a pesar del miedo y las dudas. Sabía que lo que habían compartido era real y valioso, y aunque no estaba listo para dar ese paso aún, la promesa de un futuro juntos seguía viva.

Ambos se quedaron en silencio por un momento más, mirándose a los ojo, jeongin se alejó y se retiró a su habitación dejando a Hyunjin solo y sintiéndose aún más culpable.

(...)

La luz del sol se filtraba a través de las ventanas, iluminando la cocina donde Jeongin desayunaba con los demás. El aroma del café recién hecho y las tostadas crujientes llenaban el aire. A su lado, Heeseung charlaba animadamente con Sunghoon sobre un nuevo proyecto, mientras Felix se concentraba en su plato.

De repente, el sonido de un mensaje interrumpió la conversación. Jeongin miró su teléfono y suspiró, sintiendo cómo el peso de la incertidumbre se asentaba en su pecho. Sin poder evitarlo, se volvió hacia Felix.

—¿Le dijiste a mi madre que estoy en la ciudad? —preguntó, su tono cargado de una mezcla de curiosidad y preocupación.

Felix se puso nervioso, jugando con su tenedor. —Sí… pero no fue mi intención. No sabía que no querías que ella supiera.

—Nadie debía saberlo —replicó Jeongin, frunciendo el ceño.

Felix intentó defenderse. —No sabía que tú y tu madre se habían dejado de hablar.

Hyunjin, que había estado escuchando desde la esquina de la mesa, levantó la vista con curiosidad. —¿Por qué se dejaron de hablar? —preguntó, consciente de que la respuesta podría estar relacionada con él.

Jeongin sintió una oleada de frustración. Sin decir nada, se levantó abruptamente y miró a Heeseung. —Vamos, tenemos que irnos.

Heeseung asintió, sin entender del todo la tensión en el aire. Ambos comenzaron a salir de la casa, pero Hyunjin no estaba dispuesto a dejarlo ir tan fácilmente. Salió tras ellos y tomó a Jeongin del brazo.

—Espera —dijo, repitiendo su pregunta—. ¿Por qué se dejaron de hablar?

—No es tu asunto —respondió Jeongin, tratando de soltarse.

Romeo y Jeongin | HyuninDonde viven las historias. Descúbrelo ahora