D I E Z

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Hoy me encuentro aquí, frente a ustedes, compartiendo una historia que ha sido fundamental en mi vida. Mientras me preparo para hablar, me doy cuenta de lo lejos que he llegado desde aquellos días oscuros y desalentadores. Quiero empezar haciendo un resumen de todo lo que he vivido y de cómo esos momentos difíciles me llevaron a convertirme en la persona que soy ahora.

Recuerdo claramente el momento en que salí del centro de rehabilitación. Era un día lleno de incertidumbre y miedo. Me enfrentaba a una sociedad que me parecía fría y distante, y la fragilidad que sentía en mi interior era inmensa. Salí con la esperanza de encontrar mi lugar, pero las miradas ajenas y las expectativas sociales parecían aplastarme.

En mi primer trabajo, me enfrenté a desafíos constantes. Las miradas de desaprobación, incluso de mi jefe, hacían que cuestionara mi lugar y mi capacidad para encajar. Cada día era una lucha para mantener mi confianza y probarme a mí misma que podía superar las barreras que se me imponían. Pero, poco a poco, las cosas empezaron a cambiar.

Mi amistad con Rita fue una luz en medio de la oscuridad. Ella apareció en mi vida en un momento en el que más necesitaba un apoyo genuino. A través de nuestras conversaciones y de su comprensión, empecé a ver un camino hacia una vida más equilibrada. Fue a través de su amistad que aprendí a aceptar mi vulnerabilidad y a confiar en que podía avanzar hacia algo mejor.

Los paseos matutinos se convirtieron en una parte esencial de mi rutina. Con la llegada de Max, mi perro, descubrí una fuente de alegría y responsabilidad. La rutina de ejercicio y una alimentación saludable me ayudaron a construir una nueva relación con mi cuerpo y mi bienestar. Estos cambios fueron pequeños pero significativos, y me ayudaron a sentirme más en control de mi vida.

Recuerdo una tarde particularmente significativa en el café, donde conocí a Colin. Nuestra conversación me abrió a nuevas posibilidades y me mostró que estaba lista para explorar nuevas conexiones. Colin no solo se convirtió en una parte importante de mi vida, sino que juntos construimos una familia y una vida llena de amor y apoyo mutuo.

Hoy, cuando miro hacia atrás, me doy cuenta de que todo lo que viví, las luchas y las victorias, fueron parte de un viaje que me ha llevado a este momento. La Amaya que era antes, con todas sus inseguridades y miedos, es la misma Amaya que ha evolucionado y crecido. Cada experiencia, cada desafío, me ha moldeado y me ha ayudado a convertirme en quien soy ahora.

Ahora, vivo con mi familia, que incluye a mi mascota y sus adorables crías. Mi vida está llena de amor y de momentos preciosos con Colin y nuestras dos hijas Alaya y Carla. La rutina que antes me parecía una carga se ha transformado en una fuente de alegría y satisfacción. Mi carrera es gratificante y me proporciona un sentido de propósito, y mi relación con Rita sigue siendo una constante fuente de apoyo y cariño.

Han pasado ya ocho años desde que la Amaya que conocí salió del centro de rehabilitación. Aunque he cambiado y evolucionado, no me arrepiento de haber sido esa Amaya del pasado. Las marcas del pasado, en lugar de ser solo cicatrices, se han convertido en los cimientos sobre los que he construido una vida plena y significativa.

Las marcas del pasado pueden ser dolorosas, pero también tienen el poder de enseñarnos y de guiarnos hacia un futuro mejor. Cada experiencia, cada desafío, nos da las herramientas necesarias para enfrentar lo que viene. Al aprender a aceptar y a trabajar con nuestro pasado, podemos crear un futuro más fuerte y más auténtico.

Hoy, al dar esta charla a ustedes, quiero enfatizar que el camino hacia la sanación y la autoaceptación no es fácil, pero es posible. Todos enfrentamos nuestras propias luchas y desafíos, pero es a través de estos momentos que encontramos nuestra verdadera fortaleza. Al mirar hacia atrás, me doy cuenta de que cada paso, cada pequeño avance, ha sido parte de un viaje increíble.

Mi historia es un testimonio de la resiliencia y del poder del cambio. Desde los días de incertidumbre hasta la vida plena que tengo ahora, cada experiencia ha contribuido a mi crecimiento personal. Espero que al compartir mi historia, pueda inspirar a otros a seguir adelante, a enfrentar sus propios desafíos y a encontrar su propio camino hacia la recuperación y la felicidad.

Y mientras miro hacia el futuro, con una vida llena de amor, propósito y conexión, me siento agradecida por cada paso del viaje. La Amaya del pasado, aunque frágil y perdida, ha dado lugar a una Amaya que vive con propósito y esperanza. Y eso, en última instancia, es lo que quiero compartir con ustedes hoy.

Como maestra, tengo el privilegio de guiar a otros en sus propios caminos, ayudándoles a descubrir su potencial y a superar sus desafíos. El viaje que he recorrido no solo ha cambiado mi vida, sino que también me ha dado la oportunidad de ser una fuente de apoyo para quienes están pasando por sus propias luchas.

Al final de mi charla, me doy cuenta de que la vida está llena de oportunidades para crecer y evolucionar. Agradezco cada parte del viaje y espero que mi historia sirva de inspiración para quienes la escuchen. La resiliencia y la autoaceptación son herramientas poderosas, y estoy aquí para recordarte que, aunque el camino pueda ser difícil, siempre hay una luz al final del túnel.

Y así, al cerrar este capítulo de mi vida, me siento lista para seguir adelante, enfrentando nuevos desafíos y celebrando cada logro. Mi viaje no ha terminado, pero cada paso me ha llevado a un lugar de paz y satisfacción. Gracias por escuchar mi historia y por permitirme compartir mi viaje con ustedes.

Entre las sombras (1)✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora