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Habían pasado exactamente 72 horas sin saber absolutamente nada del chico pez, la criatura mitológica sensación del momento, que hasta ahora había sido medianamente oculta antes de una exhibición para evitar el estrés de la criatura.

Al menos eso pensaba Yagi Toshinori, dueño del acuario en donde Katsuki trabajaba como auxiliar de limpieza, alimentador y ahora, cuidador de la criatura.

— Estoy jodidamente bien, no me obligues a hacer mierda que no quiero. — Katsuki gruñó mientras lanzaba alimento a las tortugas marinas desde la cima del estanque, con el dueño del acuario a sus espaldas.

— Estas lesionado, la criatura no aparece y francamente dudo mucho que haya huido al mar sin morir en el intento. — Yagi lo observaba. — Sé que estas enojado, y te entiendo. Quería saber más de aquella criatura, saber si era inteligente, saber si era posible su comunicación, saber si era la única criatura o habían más de ellos.

— ¿Y ya? — Katsuki se levanta y lo mira con rabia. — ¿Es todo? ¿No seguirás buscando? ¡Debe estar asustado!

— No soy detective, Katsuki, la policía francamente no ve o no le importa este tipo de cosas, menos si no es una persona desaparecida, es ... Un pez.

— ¡Tiene sentimientos! ¡Está perdido y probablemente muy hambriento! — Katsuki avanzó tirando el balde con comida dentro del acuario de las tortugas marinas, logrando que esta se hundiera hasta el fondo de arena blanca y algas.

Suspiró frotándose el rostro.

— Solo quiero saber dónde está... Y si está bien. — Susurró mirando a su tortuga favorita comer de la comida que había botado por error dentro del estanque.

— Sé que sí, pero francamente necesitamos un milagro para saber dónde se encuentra.

— Todo es mi culpa. — Susurró mirando el agua cristalina. — Si no hubiera estado en casa, si me hubiera quedado con él toda la noche... Si no... Si no hubiera entrado al estanque con él...

— Apenas te entiendo cuando hablas tan bajo. — Yagi miró las tortugas nadar. — Solo tomate unos días de descanso al menos, lo necesitas.

Katsuki solo asintió, dejando todo ahí mismo al cuidado de Yagi mientras se dirigía a los vestidores, veía a todos sus compañeros de trabajo pero nadie le hablaba, no desde ese día de la desaparición. Katsuki culpaba a cada uno de ellos, cada uno tenía la culpa de que el chico pez ya no estuviera.

Si tan solo Ochako lo hubiera cuidado como dijo que lo haría, si Mina no le tuviera tanto miedo... Si Kirishima fuera un mejor guardia de seguridad... Si tan solo él no se hubiera lastimado y quedado en casa.

Si tan solo no hubiera entrado al agua con él.

Ochako mientras caminaba con Mina, lo vio, suspiró mientras extendía su mano para alcanzar su hombro, pero Mina la detuvo y negó con la cabeza.

— Solo nos seguirá gritando, Ocha. — Susurró mientras Katsuki se alejaba hasta los vestidores. Ella asintió y siguió caminando mientras veía hacia atrás como este se marchaba.

Mas tarde al salir, Katsuki caminaba hacia la playa, quitándose los zapatos para sentir la arena entre sus dedos. Caminó mientras sentía las pequeñas olas tocar sus pies y miraba hacia el océano.

— ¿No huiste, verdad? — Hablaba a la nada mirando el mar. — ¿Si quiera comerás peces en dónde estás?

Suspiró y siguió caminando.

— ¡Mamá ya son las 12! — Una niña corría hacia su madre mientras estaban en la arena. — ¡Debemos ir a ver a Deku!

Katsuki los miró con una ceja levantada, claro. Deku, la criatura mítica que es seguramente solo un idiota disfrazado en ese acuario de mala muerte al otro lado de la ciudad.

Liberame |PAUSADO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora