xxv. somewhere in northern italy.

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            Jamás estuve tan contenta por viajar a Italia, ni siquiera cuando tenía seis años e ir a aquel país significaba comer salame y tomar licuado de albaricoque.

Los nervios me estaban matando, sería la primera vez que haríamos un viaje con Lando y, además, la primera vez que tenía una relación medianamente estable con algún chico. Bueno, relación relación no, porque no somos nada oficial, pero se entiende.

Hoy sábado, mis padres me llevarán al aeropuerto. Lando volvió a su hogar en Mónaco el jueves por la noche, para poder preparar sus cosas, y ahora nos veríamos para ir hacia Milán y luego, finalmente, Como.

—¿Llevas bloqueador solar? —preguntó mi madre. Se la veía un poco nerviosa.

—Sí, dos frascos... ¿Exagerado, no?

—Se nota que eres mi hija —respondió. Ambas reímos—. Te amo, y estoy orgullosa de ti.

No oía a mi madre decir estas palabras desde hace muchísimo tiempo, los últimos meses fueron catastróficos para todos en casa y no había razones para estar orgullosos de mí, pero ella lo estaba igualmente.

—Te amo, mami —le di un fuerte abrazo y caminamos juntas hacia el Mercedes de mi padre, quien me llevaría al aeropuerto.

—¿Lando ya está ahí, Vic? —preguntó él, cargando mis cosas.

—Creo que sí, llegaba a París a las diez supuestamente —mi reloj marcaba las diez y cuarto de la mañana—. Vamos, le pregunto en el camino.

Los tres subimos a la camioneta e hicimos el pequeño viaje entre risas. Mis padres me pedían que por favor me cuidara, yo les decía que no se preocupen por mí; lo típico. Veinte minutos después llegamos al aeropuerto de París, casi a la par de Lando.

Papá dejó su auto estacionado y me ayudó a bajar las maletas, luego caminamos juntos hasta el punto de encuentro con el inglés.

—¡Allí está Lando! —dijo mamá, señalando al chico. Lucía un conjunto de Quadrant, su marca.

El inglés nos vio y movió su mano frenéticamente mientras caminaba hacia nosotros—. ¡Hola a todos!

—Hola Lando, ¿cómo estás? —preguntó mi padre, sonriente—. ¿Fue un viaje duro?

—Para nada, muy tranquilo —Lando depositó un beso en mi frente y luego saludó con dos besos a mis padres—. ¿Ustedes están bien?

—Algo nerviosa, pero feliz —respondió mi madre—. Debes estar agotado, tendrías que haberte ido directamente a Milano.

—Hubiera sido más cómodo, pero no dejaría sola a Vic por esa comodidad —Lando sonrió—. Prefiero viajar juntos y que esté segura.

Si antes no se había ganado a mis padres, lo hizo ahora con ese comentario.

Hablamos unos minutos, hasta que llegó el momento de hacer el check-in. Mis padres se despidieron de nosotros y fuimos hacia la ventanilla, Lando estaba usando gorra y lentes para que no lo reconocieran.

Trámite va, trámite viene, y terminamos sentados en la sección V.I.P del aeropuerto, con las maletas ya despachadas. Debíamos esperar un rato hasta que la hora de volar llegara.

—Estoy emocionada —dije. Lando sonrió.

—Yo lo estoy más, en serio —Norris apretó mi mano y volvió a hablar—. Quiero conocer toda la Villa.

—¡Y yo! Pero principalmente quiero comer un sándwich de salame y queso —Lando rió ante mi comentario.

El tiempo junto a él se pasa siempre volando, por eso cuando fue la hora de subir al avión casi lo perdemos. Tuvieron que llamarnos por micrófono, fue un poco humillante.

SLUT!, lando norrisWhere stories live. Discover now