XIV

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Una molesta Bella me despertó

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Una molesta Bella me despertó. Me senté aturtida en el borde de la cama.

—Dios, Bells. ¿Qué está mal? —pregunté.

Bella frunció el ceño exageradamente.

—¿Qué está mal? —repitió ofendida —. ¡Absolutamente todo!

Froté mis ojos con fuerza.

—Damon te trajo en la madrugada —explicó —. ¡Desmayada! ¿Sabes el susto que le diste a Charlie? ¡Y a mí!

—¿De qué demonios hablas, Bells? ¿Madrugada? —cuestioné —. Y desmayada... no entiendo.

Bella bufó molesta.

—Por supuesto que no. Nunca lo haces —bravó, provocando que rodara los ojos —. Tendrás que darle una muy buena explicación a Charlie.

Asentí a regañadientes. Bajando a la cocina me encontré con Charlie, se veía molesto.

—Buenos días, papá —mi voz sonó bajita.

—¿Qué pasó ayer, Mar? —preguntó cruzándose de brazos.

—Yo... —me detuve —. No recuerdo. Sólo sé que venía de regreso en el auto de Damon y cerré los ojos.

Charlie suspiró.

—Empiezas a preocuparme —avisó —. Te llevaré a hacerte un estudio, Carlisle te atenderá.

—¿El papá de Edward? —le pregunté. Charlie me dió una larga mirada.

—Sí, él.

Asentí sin agregar nada más. Charlie tampoco cuestionó los motivos de por qué estaba con Damon; o no le interesaba o lo estaba dejando pasar. Lo atribuí a la carga de trabajo, aunque sólo lo justificaba. Sabía que no podía llevarle la contraría; honestamente no me convenía.

Sería un largo y aburrido fin de semana.

Acostada en mi cama, con la vista en el techo; comencé a replantearme mi breve estadía en Forks. Era curioso que me haya enamorado de un chico en menos de dos meses. Hasta sonaba pátetico. Aunque, ¿quién no lo haría? Edward Cullen es guapísimo.

Absorta en mis pensamientos no noté la presencia del mencionado; hasta que sentí el peso en el colchón, sacándome un gran susto. Con su mano derecha tapó mi boca para evitar que gritara.

—No quiero perder el toque de romanticismo, Ed, pero en verdad me asusta que aparezcas de la nada —fruncí el ceño —. ¡¿Qué tal que un día estoy desnuda?!

Edward mordió su labio ligeramente.

—Bueno. No me disgustaría —respondió sin verguenza.

Tomé una de las almohadas bajo mi cabeza y se la aventé en el rostro, causando su risa. Con mis manos hice una seña para que se callara, pero él se negó.

MIDNIGHT ➳ Edward CullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora