VI

136 9 0
                                    

Faltaban cuatro para las cinco cuando Damon tocó el timbre de mi casa

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Faltaban cuatro para las cinco cuando Damon tocó el timbre de mi casa. Había llegado cuatro minutos antes de lo acordado. Charlie ya estaba enterado por lo que no fue un problema salir de casa. Me despedí con un abrazo de Bella y bajé las escaleras.

Abrí la puerta cuando el reloj marcó las cinco en punto. Damon me recibió con una encantadora sonrisa.

—Te ves genial, Mar —halagó.

—Lo sé, gracias —respondí provocando que Damon rodara los ojos.

El camino me pareció corto; pasamos la hora contando sobre nuestras vidas. Conocí un poco más a Damon y realmente congeniamos. Era un chico genial y tenía una vibra única. Casi a la mitad del puerto aparcó el carro, frente a un restaurante de comida japonesa.

El restaurante nos recibió con una cálida luz, paredes de un rojo intenso con diseños tribales de distintas flores. Dos hileras de mesas de caoba negra con cuatro sillas. El lugar se sentía cómodamente familiar.

Una chica de cabello castaño nos llevó a nuestra mesa; ubicada en un rincón del lugar, frente a un gran ventanal en el segundo piso. A través de la vista podía apreciar buen parte de Port Angeles.

—Me gusta la privacidad, así que reservé el restaurante —explicó con tranquilidad. Me había sorprendido.

—Oh, eso explica la ausencia de personas.

Damon asintió con la cabeza. Poco después un par de platillos se posicionaron sobre la mesa. Damon no comía nada de lo que estaba en ella.

—¿No comerás? —pregunté extrañada.

—No me gusta el sushi. Espero que tú puedas comer todo —respondió suavemente. Atónita lo observé.

—¿Piensas que todo esto cabrá en mí? —jadeé.

—Sé que lo hará —sonrió.

Obligada a comer más, pasamos la tarde compartiendo anécdotas y datos sobre nosotros. Encontré a Damon aún más interesante de lo que esperé. Su vida estaba rodeada de misterios; había preguntas con respuestas inconclusas. Contestaba por encima, sin tocar profundamente algo. Hablaba de lo mucho que amaba conocer nuevos lugares, y sobre lo mucho que extrañaba a alguien.

Después de un rato, regresamos de nuevo al Mercedes. Damon manejó tranquilamente por el puerto, haciendo tiempo.

Cuando la música se sentía más lenta y la noche empapaba el paisaje, pregunté por curiosidad.

—Damon, ¿por qué no comiste nada? —cuando su mirada se posó sobre la mía, agregué rápidamente —. Quiero decir, sé que no te gusta, pero, había muchas opciones además de sushi.

Damon carraspeó incómodo. Tomó más tiempo del que creí para responder.

—Digamos que llevo una dieta estricta.

MIDNIGHT ➳ Edward CullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora