Capítulo 8

116 7 1
                                    

Los días pasaban, todo se repetía.

Con el único detalle de no haberse encontrado al pelinegro por ningún lado.

Ya no tenía idea ni de la fecha en la que estaban.

¿Se estaba volviendo loco?

Su teléfono ya no servía, pues se había caído en un charco de agua.

Y no habían calendarios en ningún lado, o al menos eso sabía.

—Como sea, no importa si fue un error.

—¿Por eso ya no lo he vuelto a ver?

—No te golpeó, así que aún no te odia, pero no se por qué no ha estado aquí.

Contar un poco de la verdad con un poco de mentira, no le hacía mal a nadie.

[El error seguía ahí, pero el error en sí, no.]

No le iba a decir a un chico de veinte años que le había apretado el miembro del boxeador, iba a ser extraño, y turbio.

Conversar mientras hacían sus responsabilidades era más divertido que hacerlo en total silencio.

Si no hubiera sido por ese maldito doctor, seguro podría avanzar en la fisioterapia y tener una carrera.

Aunque, ahora ya no le iba a servir de nada.

Solo veía las sombras de los prestamistas, que seguían atormentando su día a día.

No podía dejar salir más lágrimas, llorando por su expectativa de la vida y el lugar que le había tocado.

Estaba sentado, en la habitación que compartía con Yoongu, pensando en como se acababa el mundo por el mismo hombre.

Mamá, estoy cansado.

Decía mientras observaba el brazalete.

—¿Está Kim?

—Ah, eh, sí.

Se levantó y abrió la puerta, para ver a ese enorme hombre enfrente de él.

—¿Puedo recibir otro tratamiento ahora mismo? Sabes, me gustó lo que hiciste la vez pasada, el dolor realmente es insoportable.

—Eh, ¿A estás horas?

Seguro eran las dos o tres, pero ya era tarde.

—Sí, además... Creo que tengo algo que puede interesarte.

—¿Qué?

—Información. Pero, deberíamos hablar de esto en un lugar más privado, cómo mi habitación. Entonces, ¿Qué dices?

Información... ¿De qué? No tiene a nadie, la información no le serviría de nada.

La curiosidad mató al gato, en este caso, a Kim Dan.

...

Ese lugar era alejado, de cierta manera hasta más privado.

—¿Podría recostarse?

Los minutos pasaban, mientras los ojos negros como tú– digo, como esa misma noche, lo seguían a cada movimiento.

—Entonces...

—¿Sí, señor?

—Quería hablar contigo sobre eso, porque no todos se salvarán de morir.

—¿Q-qué?

—Escucha, el gobierno de Europa está reuniendo y recibiendo a personas de casi todo el mundo, y nosotros estamos escogiendo a los que servirán. Ya tiene una fecha el día de la "purga", solo podemos llevar a los más necesarios. 26 de agosto.

Apocalypse Sex [Español]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora